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“María escogió la mejor parte y no le será quitada”

En estos días escuché este evangelio, en el cual se nos presenta la actitud de dos mujeres ante la presencia de Jesús, ellas son Marta y María.

Estas dos hermanas recibieron a Jesús en su casa, pero sus corazones se dispusieron de diferente manera, por eso te invito a reflexionar como preparas tu corazón para recibir a Jesús.

Un corazón dispuesto a recibir y estar

En primer lugar tenemos la actitud de María, quien seguramente se sentía gozosa y muy afortunada de recibir en su casa al señor.

Me la imagino con una sonrisa al verlo llegar, mostrando así agradecimiento y el gusto que le daba de tenerlo en casa.

Para después invitarlo a sentarse y sin decir nada mas como dice la palabra de Dios “Se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra”. 

Las distracciones que el mundo nos pone

En segundo lugar está la actitud de Martha, quien no dudo que estuviera contenta de recibir a Jesús en su casa.

Quizá también lo recibió con una sonrisa, pero sin dejar de lado sus actividades “Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres”.

Es un regalo que tenemos todos

Así como Marta y María, cada uno de nosotros somos invitados día a día a recibir a Jesús en nuestro interior.

Puede ser al meditar su palabra, en un rato de oración en el silencio de nuestra habitación o frente al Santísimo y aún más al recibirlo en la Sagrada Eucaristía.

Es decir darnos un momento para estar a solas con Él, escucharlo, contemplarlo, adorarlo y dejarnos mirar también por Él. 

¿Cuál es nuestra actitud?

Cuando tenemos el gran regalo de recibirle, a veces nuestra actitud es la de Marta, estamos tan afanados en nuestros “quehaceres”, que pueden ser el trabajo, el dinero, los lujos, la diversión, el celular, etc.

Que podemos dejar entrar a Jesús, pero terminamos dejándolo solo, no lo escuchamos, no estamos con Él.

¿Te imaginas cómo lo hacemos sentir?

pensar en que llega una visita a mi casa y yo solo la hago pasar y sigo en lo mío en lo personal me hace sentir pena y el dolor que la otra persona siente de ser tratada de una manera tan grosera.

Porque definitivamente es un trato que a mí no me gustaría recibir al visitar a alguien, ¿A ti si?.

Cuántas veces hemos ido a misa sintiéndonos obligados o pasado por una capilla de adoración perpetua y pasar de largo, nos persignamos y nos vamos porque “tenemos muchas cosas que hacer”.

Tenemos la biblia empolvándose en el librero, no meditamos la palabra de Dios, no dejamos que visite nuestro corazón, al visitar a Jesús en el Santísimo, repetimos rezos, pedimos mucho pero hacemos poco silencio para escucharlo.

jesus-ayudando, María

Y aún más triste, lo recibimos en la Sagrada Eucaristía y no nos damos más tiempo para estar en silencio con Él. 

¿Qué pasaría si cada día hiciéramos un alto en nuestras actividades y nos dispusiéramos a escuchar la palabra de Dios, a tener más ratos de oración?

Oración

Jesús, que a ejemplo de María yo también te reciba siempre con amor, con un corazón dispuesto a escucharte, a adorarte y ponerte en primer lugar. Yo también quiero escoger la mejor parte mi Señor y que no me sea quitada.

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