Aquí te comparto las 5 cosas que están pasando, que no sabías:
1. Somos hermanos.
El ambiente de fraternidad que se vive es impresionante. Dios se hace presente en cada hermano. Ves a jóvenes atentos, dispuestos a ayudar al prójimo. No falta quien ayuda al que está perdido en el metro, a la abuelita a cruzar la calle, quien da alimento al necesitado, quien te regala una pulsera, un pin o simplemente te saluda y sonríe.
2. No existen barreras.
El idioma que se habla, es el del amor. Así que, con señas, gestos o directamente con ayuda concreta, los jóvenes rompen las barreras del lenguaje, para salir al encuentro del otro.
3. Un nuevo Pentecostés.
Las oraciones, hechas por cada joven en su idioma, hacen que se viva en cada celebración Eucarística, adoración, rezo del rosario o con algunos cantos, un nuevo Pentecostés. Se escuchan distintos idiomas, a una sola voz.
4. La riqueza de la Iglesia.
No importa de qué lugar del mundo vengan o qué idioma hablen. La Iglesia Católica es una, por lo que saben perfectamente en qué momento hincarse, sentarse, dar la paz, comulgar. Claro, cada quién según el uso y costumbre de su localidad, pero se nota la estructura universal de nuestra amada Iglesia.
5. Sólo Dios.
La vigilia, es el momento culminante. Se lleva a cabo el último día de la jornada, todos los peregrinos llevan sus sleeping bag, (este año al Campo de Graca). La vigilia se inicia usualmente con un concierto, en el que la alegría y el baile no pueden faltar, para terminar con un momento de adoración. En cuanto nos muestran a nuestro Señor, más de 100,000 jóvenes (repito, más de 100,000 jóvenes), guardan absoluto silencio y se hincan frente a Él para adorarlo. ¿Quién sino Dios podría hacerlo? ¿Qué joven se hincaría y guardaría silencio para adorarlo si no le reconoce realmente presente en el Santísimo Sacramento? ¡Es impresionante!