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Cuando la oración no basta: Mi lucha con la salud mental y la fe

Enfrentar una enfermedad de salud mental


Es una de las pruebas más difíciles que existen, especialmente cuando nuestra fe nos enseña que la oración es el camino a seguir.


Si bien la oración es una herramienta indispensable, no siempre es suficiente para aliviar los síntomas de un diagnóstico como la depresión o el trastorno bipolar.

Este post es un testimonio anónimo sobre cómo, a pesar de las batallas, la fe y la oración pueden convivir con la ayuda profesional, demostrando que buscar apoyo médico no nos hace menos creyentes.

Psicólogos católicos 1
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1. La búsqueda de ayuda profesional: Un acto de fe y humildad

Mi lucha con la salud mental comenzó con malestares profundos, lágrimas y un fuerte deseo de morirme.

Al principio, recé sin parar, esperando que la pesada nube de tristeza y ansiedad desapareciera. Pero no fue así.

Fue cuando ya no podía levantarme de la cama que entendí que necesitaba ayuda, que la oración necesitaba un complemento humano para que los medios sobrenaturales actuaran.

Buscar ayuda profesional no es un signo de debilidad. La terapia y la medicación son cruciales para manejar los síntomas de una enfermedad mental.

Así como un diabético necesita insulina para controlar sus niveles de azúcar, una persona con depresión necesita antidepresivos para estabilizar sus emociones.

No se trata de dejar de rezar, sino de entender que Dios a menudo actúa a través de lo ordinario.

Confiar en la medicina no es tentar a Dios, es confiar en los medios que ha puesto a nuestro alcance.

 

2. Pide y déjate ayudar: La clave para no cargar el peso solo

La familia, los amigos y la guía de un director espiritual fueron un pilar fundamental en mi proceso.

Aunque a veces es difícil pedir ayuda, especialmente cuando creemos que nos convertiremos en una carga, es un paso esencial para la recuperación.

Confiar en que nuestro círculo cercano se preocupa y quiere ayudarnos es una gran muestra de humildad.

Al pedir apoyo, no solo nos liberamos de una parte del peso, sino que también permitimos que otros crezcan en generosidad.

Es una oportunidad para fortalecer los lazos de amor y compañía que hacen la vida más ligera.

Dejar de luchar solo contra el trastorno bipolar o la depresión es un acto de valentía.

3. Aceptar el diagnóstico: El primer paso hacia la paz interior

Existe un estigma social sobre la salud mental que puede afectar cómo nos ven los demás y, más importante aún, cómo nos vemos a nosotros mismos.

Es natural sentir miedo a ser etiquetado o a que nuestro diagnóstico borre todo lo que somos. Pero la clave está en hacer las paces con uno mismo.

Aceptar que hay algo que ha cambiado y que no podemos manejarlo solos es el primer paso para encontrar la paz.

Hay días en los que el diagnóstico no está en mi mente, pero la mayoría de las veces, cuando los síntomas incómodos se presentan, es inevitable recordarlo.

Es en esos momentos cuando la aceptación se vuelve vital. Aceptar mi diagnóstico no me hizo menos creyente, sino más humilde y compasivo conmigo mismo.

4. Lo que la oración realmente hace: Identificarse con Cristo

La oración, en mi experiencia, no hizo desaparecer los síntomas, pero me dio algo mucho más profundo: me ayudó a identificarme con Cristo.

En la angustia extrema de la depresión, recordé el sudor de sangre de Jesús en Getsemaní.

En la soledad asfixiante, sus palabras en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Entendí que Dios no era ajeno a mi sufrimiento. Que Él, a través de su Pasión, vivió exactamente lo que a mí me hacía sufrir.

Esto me hizo sentir acompañado. La oración se convirtió en un refugio de identificación, en un espacio donde pude sentir el amor de un Dios que comprende mi dolor, incluso si los síntomas físicos y mentales persistían.

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5. La oración como fuente de fortaleza y amor

La oración es imprescindible porque en una situación de salud mental frágil, se necesita una fortaleza inmensa.

Es en la oración donde podemos comprender lo que Dios espera de nosotros y, más importante, donde nos sentimos amados y comprendidos.

La oración es el canal a través del cual nos identificamos con el dolor de Cristo y descubrimos que Él también se identifica con el nuestro.

Dios actúa a través de lo ordinario. Si nos duele la cabeza y tomamos una aspirina, no estamos dejando de rezar, estamos aceptando un medio que Dios ha puesto a nuestro alcance.

Lo mismo ocurre con la ansiedad y la depresión. La medicina es una herramienta más que Dios nos ofrece. No tengas miedo de compartir tu historia.

La carga se hace más ligera cuando nos dejamos ayudar, cuando nos sentimos amados por quienes nos rodean y, sobre todo, cuando permitimos que Dios actúe a través de todos los medios, tanto sobrenaturales como humanos, que ha puesto en nuestro camino.

Testimonio anónimo.

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