Somos seres espirituales, y deseamos vivir desde el espíritu para encontrarle el sentido a todo lo demás
¡Desarrolla tu vida espiritual! En la vida debemos elegir por una u otra opción; a veces acertamos y en otras nos equivocamos y las experiencias las vamos dejando como parte del aprendizaje.
Ocurre lo mismo en el camino espiritual, en donde vamos madurando, aprendiendo y consolidando nuestra vida de fe.
Una fe robusta es aquella que se ejercita día a día para disipar las dudas en el proceso de discernimiento.
Es necesario trabajar constantemente nuestra vida espiritual. ¿Hasta cuándo?
Pues es una especie de “saco sin fondo”: mientras más ahondamos en ello, más puertas se abren, más caminos se despejan y el trayecto continúa sin que podamos ver el fin que no existe, pues nos estamos acercando a Dios.
La fe es un constante ejercicio
Cuando se ejercita la fe o se trabaja la vida espiritual, sentimos, escuchamos y vemos lo que antes no podíamos percibir.
Se nos van agudizando los sentidos que nos permiten tomar los senderos correctos.
La verdadera vida espiritual hace que fijemos los ojos en el cielo con los pies puestos en la tierra, que despreciemos las vanidades de este mundo para centrarnos en los regalos celestiales y que ganemos la vida en Cristo Jesús.
“Si ahora vivimos según el espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu” (Gálatas 5,25)
Sólo a la luz de la fe en Cristo y bajo la acción del espíritu santo podemos avanzar en la madurez espiritual que nos configura interiormente con Jesús, de manera que alcancemos poco a poco la sabiduría y sensibilidad para buscar siempre el plan de dios y vivir conducidos por Él.
La oración es un medio privilegiado para ser hombres y mujeres espirituales
En la oración, el Señor nos encuentra más receptivos y dispuestos para escuchar su voz y las mociones del Espíritu santo que nos guían hacia la verdad.
“¿Quién ha conocido la forma de pensar del Señor y puede aconsejarle? Y precisamente nosotros tenemos la forma de pensar de Cristo”. (1 Corintios 2,16)
Para entender las cosas de Dios, debemos tener la mente de Cristo.
El hombre carnal no percibe las cosas del espíritu de Dios.
«El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas.” (1 Corintios 2,14)
Trabajemos nuestro ser interior y consciencia, nuestra intimidad y capacidad de amar, démosle paso a la soledad, al silencio, a la reflexión, a la meditación y a la oración.
Pidamos a Dios su gracia para que podamos hablar de las cosas del espíritu y que permita enamorarnos, compartirlas y vivirlas plenamente, entendiendo que somos seres espirituales, y deseamos vivir desde el espíritu para encontrarle el sentido a todo lo demás.
Fuente: Catholic.net
Oración
Jesús, te damos gracias por este día, gracias por tu presencia en nuestras vidas y por no dejar de insistir por ellas.
Te pido que nos ayudes a permanecer en ti, a saber cuidar nuestra oración, a ejercitarnos constantemente en nuestra amistad contigo. Danos un corazón dispuesto y disponible a escucharte. Amén.