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“El sembrador salió a sembrar”

Todos hemos escuchado la parábola del sembrador que se nos narra en Mateo 4 1, 20.

En dicha parábola, Jesús nos presenta cuatro situaciones distintas sobre el destino de aquellas semillas plantadas, hoy vamos a reflexionar sobre este pasaje.

Psicólogos católicos 1
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La semilla

Jesús sabe que a veces nuestro corazón tan endurecido no nos permite entender su palabra.

Por eso nos explica a detalle que la semilla es la palabra de Dios, que tantas veces escuchamos cuando vamos a la celebración eucarística, que incluso leemos en la biblia, pero que en ocasiones nos cuesta comprender y dejarla entrar y actuar en el corazón. 

¿Te has puesto a pensar en la maravilla de como de algo tan pequeño como una semilla, nace algo tan grande como un árbol, que da sombra, que es refugio, que da fruto para alimentar a otros, que nos permite respirar un aire más puro?.

Bueno pues así es la Palabra de Dios, si la dejáramos entrar verdaderamente en el corazón, transformaría nuestra vida en algo grande y también la vida de aquellos que nos rodean.

Y como ejemplo tenemos a los santos, que cuanto nos han compartido del fruto que dejaron germinar en ellos con esa pequeña pero poderosa semilla.

La semilla en el borde del camino

Jesús nos explica que esa semilla fácilmente se la lleva Satanás, y me pongo a pensar en aquellas veces que escuchaba el Evangelio.

Y cruzando la puerta del templo ya estaba peleando con alguna de mis hermanas esto cuando era niña claro, y ahora de adulta me recuerdo saliendo de la Santa Misa.

Al revisar mi celular, y lo que había visto y escuchado antes, ni lo recordaba, quizá así es como actúa el enemigo y desde que somos pequeños.

La semilla en terreno rocoso

“Son los que al escuchar la Palabra, la acogen enseguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.” Mc 4 16,17

Pienso en todas esas veces en que hasta he salido diciendo “que bonita homilía ha dicho el sacerdote”, pero igual sigo sin dedicarle tiempo a mi oración.

O cuando vienen las dificultades se me olvida lo que escuché en la palabra de Dios, mi fe se tambalea pero por qué no lo pongo en primer lugar, mis raíces no están profundas, sostenidas en Dios.

La semilla entre espinas

Aquí Jesús nos dice que las espinas son aquellas preocupaciones, que tampoco permiten que la Palabra entre en nuestro corazón.

Me he descubierto en misa pensando en lo que tengo que llegar a hacer, pensando en lo que todavía no sucede, dejando que la ansiedad me invada en ocasiones, impidiéndome dar fruto.

parábolas de Jesús, sembrador

La semilla en tierra buena

El sacerdote de mi parroquia nos decía que aquel que se ha reconocido pecador y se arrepiente, ha recibido la misericordia de Dios y así ha preparado su tierra, la hace fértil, blanda, para entonces recibir la Palabra de Dios, vivirla y compartirla con otros.

Jesús nos ama y por ello sale a sembrar, sigue poniendo sus semillas en nuestro corazón y esperando a que nosotros nos dispongamos a recibirla.

Una semilla requiere de tierra fértil, agua, luz, y por último tiempo para poder crecer, por ello lo primero que debemos hacer es preparar la tierra fértil.

Es decir un corazón dispuesto a recibirla y para ello necesitamos quitar aquellas rocas y espinas que impiden que la recibamos.

Estos pueden ser nuestros afectos desordenados, vicios, rencores, heridas, etc, para ello tenemos los sacramentos y también podemos recurrir a un guía espiritual y/o un psicólogo católico.

Después saber que el agua que necesitamos para que esa semilla crezca es Jesús mismo, el agua viva (Jn 4 10).

Debemos acudir al Espíritu Santo quien será la luz que nos ayudará a comprender esa palabra y nos guiará a imitarla. 

Es importante que seamos conscientes de que Dios tiene sus tiempos y que son distintos a los nuestros, debemos confiar en su proceso, esperar pacientemente y entonces daremos los frutos de acuerdo a su plan.

Oración 

Jesús, ayúdame a tener mi corazón dispuesto para recibir esa semilla que cada día pones en mí, para recibirla con amor, vivirla y sobre todo dar fruto para mayor gloria tuya, para compartir con mis hermanos y hacer como tú la voluntad de Dios. Amén

Autor: Gabriela Sarai Padilla Brizuela 

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