Todos hemos hecho un viaje alguna vez: a una nueva ciudad, un “pueblito mágico” o incluso un país diferente.
Viajar es una maravilla, aún recuerdo la primera vez (y única hasta hoy) que fui a Roma, déjame contarte: llegué sola < en un avión que sentía que se caía > a Nápoles; era la primera vez que estaba ahí y todo era nuevo: la gente, el idioma, la comida, las personas y ¡todo!
Mientras salía del aeropuerto a tomar el bus que me llevaría a la estación, no podía dejar de ver todo mi alrededor, es más, recuerdo que durante quince minutos, mientras esperaba el bus, me quede mirando un anuncio que decía ¡Benvenuti a Napoli!, y es que, en ese momento de novedad, te puedo decir que incluso el anuncio me pareció impresionante.
Lo mejor del viaje
Lo mejor del viaje fue cuando llegue a Roma (ese mismo día), y es que yo tenía un sueño: conocer la Ciudad del Vaticano; dejé las cosas en el hotel y me dispuse a caminar por los alrededores de donde me había hospedado, quedé con un amigo que vivía en Roma de cenar y nos vimos ¡un gran reencuentro!
Después de la cena, fuimos en coche a dar una vuelta por la ciudad, ya era de noche. Paramos en un lugar para caminar y de repente, mientras cruzábamos una calle larga, me dice: ¡mira, Mitzy! Cuando miré a donde él señalaba, ¡ahí estaba, la Basílica de San Pedro! Aún no sé cómo poner en palabras lo que mi corazón sintió, una vez más me quedé mucho tiempo mirándola, parada a mitad de la calle con los ojos nublados en lágrimas: había llegado a donde tantos años soñé y era más grande y majestuoso que en mis sueños ¡impresionante!
El verdadero viaje
¡Viajar es maravilloso! Te hace conocer, aventurarte y disfrutar cosas que jamás imaginaste.
Sin embargo, existe un destino más grande, más divertido y sobre todo más importante: la aventura de conocernos a nosotros mismos. Y es que, todos tenemos sueños y metas que queremos cumplir, nos proyectamos siempre en cómo queremos ser “cuando seamos grandes”, pero para llegar ahí hay que tomar un avión a nuestras emociones, pensamientos e ideas para aterrizarlos en nuestros actos y poderlos cumplir.
Esta tarea, si bien no es difícil, requiere mucho compromiso personal. Estar muy consciente de lo que hacemos en el día a día, ir descubriendo, aceptando, contemplando y transformando todo lo que somos hoy ,con todo lo bueno y lo que nos gustaría cambiar.
En este viaje, como en todos: habrá mucha novedad. Encontrarás cosas de ti que no sabías y descubrirás a detalle algunas más que tenías en el mapa. El miedo estará presente, porque salir de nuestra zona de confort siempre nos lleva a un lugar de incertidumbre, pero recuerda que este lugar nuevo te llevará a lo que siempre has soñado, así que ¡vale la pena!
¡Comienza hoy tu aventura!
No hay mejor viaje que ¡conocernos a nosotros mismos! Porque no hay peor desgracia que vivir toda la vida con un desconocido. Si no conocemos quienes somos, será difícil cumplir metas, propósitos y sueños, porque nunca tendremos claridad completa de ellos y el problema es que viviremos frustrados por no alcanzar lo que soñamos.
Este viaje dura toda la vida, así que ¡atrévete y empieza hoy: la aventura del viaje de tu vida!
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