Oración inicial:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Te damos gracias, familia del cielo, por el regalo de la vida y por este momento de encuentro. Espíritu Santo, dispón nuestro corazón para escuchar Tu Palabra, despeja nuestra mente de todas las inquietudes y danos la disposición para asimilar lo que quieres decirnos.
La cita que define la verdadera hermandad
La Sagrada Escritura nos ofrece una luz poderosa sobre la relación que Jesús desea tener con cada uno de nosotros:
Entonces se presentaron su madre y sus hermanos, pero no pudieron llegar hasta Jesús a causa del gentío. Entonces le avisaron: tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte. Él les respondió: mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lucas 8, 19-21)
Esta enseñanza nos invita a reflexionar profundamente sobre tres claves esenciales para vivir una fe auténtica y cercana.
1. Eres hermano de Jesús: La profundidad del vínculo
Jesús, con una palabra tan sencilla y cotidiana como “hermano”, nos otorga un título de intimidad y cercanía inigualables.
Él nos ve y nos considera parte de su círculo más íntimo, estableciendo un vínculo estrecho. Pero, ¿vives esta realidad? ¿Te vas viviendo como un hermano de Jesús?
A menudo, la costumbre nos hace perder de vista esta esencia. Decimos Su nombre como algo cotidiano, perdiendo de vista el amor y la consideración con que Él nos mira.
- Cuestión de vida: ¿Haces tú también ese vínculo estrecho hacia Jesús? Tu trato con tus hermanos de sangre y hermanos fraternos es un buen punto de partida para evaluar tu relación con Él.
2. Identifica tu “Gentío”: Lo que te impide la oración íntima
El pasaje relata que la madre y los hermanos de Jesús “no pudieron llegar hasta Jesús a causa del gentío.”
El Espíritu Santo nos invita a contemplar: ¿Qué representa ese “gentío” en tu vida? Es lo que te impide ver a Jesús, lo que te cuesta aceptar o entender en la situación que estás viviendo.
Este “gentío” puede manifestarse como:
- Prioridades: Exceso de labores, actividades de ocio o tus propias prioridades que consumen tu tiempo.
- Actitud: Tus prejuicios, las dificultades o la situación que no logras aceptar.
- Pereza Espiritual: Tu pereza en la oración o tu falta de disposición para tener un encuentro personal con Él.
Identifica, ¿cuál es ese gentío que te impide tratar a Jesús como un hermano?
3. La Clave: Escuchar la Palabra y Ponerla en Práctica
Cuando vivimos una dificultad, solemos caer en dos trampas: mirarnos desde dentro (ensimismamiento y reproche) o enfocarnos solo en lo que dicen los demás (comparación injusta).
La solución a estos enfoques limitados la da el mismo Jesús: Mi Madre y mis Hermanos son los que escuchan la palabra y la ponen en práctica.
Cuando le escuchamos, entendemos que esa situación es permitida porque:
- Nos pide trabajar algo en nosotros (conversión).
- Nos pide manifestar Su gloria trabajando en los demás.
Si te sientes confundido y no logras entender lo que estás viviendo, la respuesta es simple: ¡Solo escúchale!
Jesús quiere esos momentos íntimos y estrechos de diálogo contigo. En esa profundidad de trato con tu “Hermano” descubrirás lo que te pide poner en práctica.
Conclusión
Que en los momentos de dificultad, nunca tengas el desánimo ni la pereza espiritual para buscar esos momentos a solas con Jesús.
Que puedas escucharle y poner en práctica lo que te pide, teniendo un trato de hermandad con Aquel que es el mismo Dios.
Bendecido día.
