¿Sabías que Louis Martin y Zélie Guérin son los padres de Santa Teresita del Niño Jesús? Además, son el primer matrimonio santo ¡de los últimos siglos! ¡Toda una familia digna del cielo!
Acompáñame a conocer su historia, porque estoy segura de que te sorprenderá la cantidad de amor que un hogar es capaz de cultivar…
Louis Martin
Nació en Burdeos, Francia, el 22 de agosto de 1823. Fue el segundo de cinco hermanos.
Su padre Pierre, era capitán del ejército francés y su madre Marie Anne, una mujer completamente dedicada a su hogar y a la atención de sus hijos.
Debido a la profesión militar del padre, la familia se mudaba constantemente de ciudad, hasta que finalmente, después de la jubilación de Pierre se trasladaron a Alençon, Normandía.
Louis recibió una sólida formación católica tanto en la familia como en el colegio, al grado de que, a los veintidós años sintió el deseo de consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Para ello, se dirigió al monasterio del Gran San Bernardo, con intención de ingresar en esta Orden, pero no fue admitido porque no sabía latín.
Con gran valor se dedicó a estudiarlo durante más de un año, con clases particulares; pero, finalmente, renunció a ese proyecto.
¡Interesante! Si ya se había esforzado tanto en estudiar latín, ¿porqué renunciar?
En realidad, no se dio por vencido, si no que renunció a sí mismo, para con humildad y paciencia descubrir la voluntad de Dios para su vida.
Al contrario de la tradición familiar, no se inclinó hacia la vida militar, sino que quiso aprender el oficio de relojero y abrió su propio negocio en la ciudad.
Tenía amigos y conocidos con los que le gustaba pescar y jugar al billar.
Seguro que tú también has disfrutado de un buen juego con tus amigos y has tomado tus propias decisiones respecto a tu oficio o profesión. ¿Ves lo común que es la vida de los santos?
Zélie Guérin
Nació en Normandía el 23 de diciembre de 1831.
Era hija de Isidore Guérin, un militar que a los 39 años decidió casarse con Louise-Jeanne, dieciséis años más joven que él.
De esta unión nacieron también Marie Louise, la primogénita, e Isidore, el más pequeño.
Para los padres de Zélie la vida había sido dura, lo que repercutía en su manera de ser: eran rudos, autoritarios y exigentes, pero también de una fe firme que supieron inculcar a sus hijos.
Zélie describió su infancia y juventud tan tristes «como un sudario». Afortunadamente encontró en su hermana un alma gemela y una segunda madre.
Cuando se jubiló su padre, la familia se estableció en Alençon, 13 años más tarde que la familia de Louis Martin.
La madre de Zélie abrió un café y una sala de billar, pero su carácter intransigente no favoreció el desarrollo del negocio.
La familia salía adelante con dificultad, gracias a la pensión y a los trabajos de carpintería del padre.
En pocos años, la situación financiera se hizo muy precaria y no mejoró hasta que las hijas contribuyeron con su trabajo.
¡Vaya que es difícil, cuando como familia, vivimos momentos complicados a causa de la economía!
Zélie se educó en el internado de las religiosas de la Adoración perpetua y años más tarde se sintió atraída por la vida religiosa.
Acudió a la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, pero la superiora le respondió sin titubear que no era ésa la voluntad de Dios.
¡Asombrosas todas las similitudes que hasta ese momento tenía con Louis!
Y todavía muchos se preguntan: ¿será cierto que Dios ya tiene planeado, quién será nuestro futuro(a) esposo(a)?
La joven no insistió más ante tal afirmación, y aunque sintió tristeza, un optimismo sobrenatural la hizo exclamar:
«Dios mío, accederé al estado de matrimonio para cumplir con tu santa voluntad. Te ruego, pues, que me concedas muchos hijos y que se consagren a ti».
Zélie había aprendido en el colegio las bases para confeccionar uno de los encajes más famosos de la época, llamado punto de Alençon.
Así que después de mucha oración preguntando a Dios a qué debía dedicarse, ingresó a una escuela especial para perfeccionarse en la elaboración de dicho encaje.
Con la ayuda de su hermana estableció su taller, que pronto fue reconocido y 7 años más tarde recibió una medalla de plata y Zélie una mención honorífica.
Definitivamente ¡Era lo suyo!
Poco después, su hermana entró en el monasterio de la Visitación.
El encuentro que los unió
Al taller de encajes, acudía frecuentemente la madre de Louis, quien encontró en Zelié una buena candidata de esposa para su hijo.
Por lo cual, se puso a orar pidiendo a Dios que los uniera, pues le preocupaba que Louis tenía casi 35 años y había negado todas las propuestas de jovencitas que ella le presentaba.
Imagínense, si en la época en la que vivimos no estar casado a los 35 años es criticado; con mayor razón en aquel entonces. La mamá de Louis debió estar realmente preocupada.
Sus ruegos no se hicieron esperar, pues cierto día de abril, en el puente de San Leonardo…
Zelié se sintió por primera vez impresionada al encontrarse con un joven de noble fisonomía, semblante reservado y dignos modales, oyó interiormente que ese era el hombre elegido para ella.
La Señora Martin por supuesto, propició más encuentros entre ellos y en poco tiempo llegaron a apreciarse y amarse.
Tal fue su entendimiento en los ideales religiosos y morales que…
Contrajeron matrimonio el 13 de julio de 1858.
¡Wow! sólo tres meses después de su primer encuentro. Él tenía 35 años y ella 27.
Inicialmente Louis Martin y Zélie Guérin, se propusieron vivir como hermano y hermana, siguiendo el ejemplo de San José y de la Virgen María.
Diez meses en total continencia hicieron que sus almas se fundieran en una intensa comunión espiritual.
Pero una prudente intervención de su confesor y el deseo de proporcionar hijos al Señor, les movió a interrumpir aquella santa experiencia.
En menos de trece años tuvieron nueve hijos, tres de ellos fallecieron prematuramente; después sucedió la repentina muerte de María Elena, de cinco años y medio.
Las cinco hijas que les sobrevivieron, fueron educadas de una manera alegre y tierna, pero a la vez exigente.
En cuanto tenían uso de razón, Louis Martin y Zélie Guérin les enseñaban con el ejemplo a ofrecer su corazón a Jesús cada mañana, y a aceptar con sencillez las dificultades.
Acudían a misa diaria desde las 6 de la mañana, se confesaban frecuentemente y practicaban ayunos.
Participaban activamente en la vida parroquial, formando parte de la adoración nocturna y la tercera orden franciscana.
Los esposos Louis Martin y Zélie Guérin convirtieron en lema de su hogar las palabras de Santa Juana de Arco:
“Al Señor Dios es al primero que se ha de servir».
Por ello su caridad era natural, dando limosnas discretas a las familias necesitadas y asistiendo enfermos. No por simple impulso de generosidad ni por justicia social, sino simplemente porque el pobre es Jesús.
El día domingo, por ser día del Señor, ninguno trabajaba, se celebraba en familia; primero con los oficios de la parroquia y luego con largos paseos; las niñas disfrutaban también de las fiestas del pueblo, las cabalgatas y fuegos artificiales.
La empresa de encajes de Zélie
Tuvo tanto éxito que Louis decidió abandonar la relojería para apoyar a su esposa.
Ella trabajaba en casa uniendo las piezas que sus trabajadoras hacían también en sus domicilios y Louis, que destacaba en el aspecto comercial conseguía las ventas.
He ahí la muestra de que el matrimonio es un proyecto en común y no la unión de intereses egoístas.
La decisión fue claramente tomada con base a lo que sería mejor para la familia, sin necesidad de una competencia de género.
Seguro Zélie estaba dispuesta a ser ella la que renunciara, si esa fuera la mejor opción.
El camino al cielo de Louis Martin y Zélie Guérin
A los 45 años, Zélie recibió la noticia de que tenía un tumor en el pecho. Entonces pidió a la esposa de su hermano que cuando ella muriera, ayudara a Louis en la educación de las más pequeñas.
Vivió la enfermedad con firme esperanza cristiana hasta la muerte, en agosto de 1877.
Luis se encontró solo para sacar adelante a su familia. La hija mayor tenía 17 años y la más pequeña (Santa Teresita del Niño Jesús) tenía cuatro años y medio.
Aceptando la voluntad de su esposa, dejó todo para trasladarse a Lisieux, donde residía su cuñado.
Louis se esforzaba para que sus hijas estudiaran, pero también las distraía llevándolas al teatro, paseando en familia y con mucha lectura.
El padre cariñoso, fue entregando a sus hijas, una por una a la vida consagrada. Primero 3 de ellas como carmelitas, incluyendo a Santa Teresita (quien tenía 15 años).
Después, la temperamental Leonor, quien tras varios intentos, logró ingresar con las religiosas de la Visitación.
Finalmente, al enterarse que Celina, la última que quedaba en casa, también se sentía llamada a la vocación religiosa, la reacción de Luis Martin fue espléndida; le pidió que fueran juntos ante el Santísimo, donde dio gracias al Señor por concederle el honor de llevarse a todas sus hijas.
¡Cuán cierto! Ni él ni su esposa habían sido aceptados como religiosos, porque su misión era entregar al mundo 5 vocaciones religiosas en lugar de 2.
Al sentirse demasiado feliz, se ofreció como víctima, desde ese momento adquirió una enfermedad que lo fue invalidando hasta llegar a la pérdida de sus facultades mentales.
Fue internado en el sanatorio de Caen, y murió en julio de 1894, asistido por su hija Celina, que había demorado su entrada en el Carmelo para dedicarse a él.
Oración:
Queridos Santos Louis Martin y Zélie Guérin, les pedimos que intercedan por todos los matrimonios que están leyendo o escuchando este post.
Para que, con su inspiración, sepamos ser ejemplo de amor y entrega en esta hermosa vocación, e inspirar a nuestros hijos a seguir con agrado el estilo de vida que Sabiamente Dios elija para ellos.
Amén
Si quieres conocer más sobre la vida de este matrimonio Santo y su beatificación, te dejamos el siguiente link Luis Martin y Celia Guérin.