En el entorno laboral contemporáneo, la verdadera riqueza no se mide en activos contables, sino en el talento humano, en la creatividad y en la capacidad de generar vínculos fuertes.
Durante décadas hemos escuchado que el networking es llave para el crecimiento profesional: ampliar la agenda, abrir nuevas puertas, sumar aliados estratégicos.
Sin embargo, este enfoque muchas veces suele esconder una pregunta tácita: ¿Qué puedo obtener de los demás?.
Tal vez ha llegado el momento de invertir esta lógica: pasar del networking al netgiving. No se trata solo de relacionarnos para obtener, sino de vincularnos para dar.
En lugar de preguntar qué pueden hacer otros por nosotros, el desafío real es preguntarnos: ¿Qué puedo aportar yo al desarrollo y crecimiento de los demás?
Este giro no es sencillo ni romántico; responde a un entorno laboral donde ya no basta con ofrecer un buen producto o servicio.
La ventaja competitiva se centra en el bienestar y en la motivación de las personas que la conforman.
Y ahí radica el llamado “salario emocional”: ese conjunto de experiencias, reconocimiento y propósito que va mucho más allá de lo económico.
Trabajar desde la lógica del netgiving, significa dar un paso fuera de nuestro eje.
Nuestro trabajo deja de ser solo una fuente de ingresos y se convierte en un espacio de trascendencia.
Colaborar con generosidad, celebrar los logros ajenos, abrir caminos, compartir ideas, tiempo… todo esto impulsa a quienes nos rodean, y a la vez, nutre nuestra propia satisfacción y plenitud.
Estamos viviendo un cambio cultural profundo.
Donde conviven viejos esquemas de control y competencia con nuevas formas de entender la vida laboral como un proyecto integral que conecta lo personal, lo familiar y lo profesional.
En este contexto, las mujeres y las nuevas generaciones están marcado la pauta: buscan entornos donde el trabajo no sea un fin en sí mismo, sino un medio para realizarse y aportar.
El netgiving, es una invitación a liderar desde el humanismo. A reconocer que dar genera redes más sólidas que recibir.
Y que la ruta hacia la felicidad en el trabajo pasa por descubrir que la mejor inversión no está en acumular contactos, sino en multiplicar aportes.
¿Cómo llevar este principio a la práctica cotidiana?. Cinco claves sencillas y efectivas
- Comparte tu conocimiento sin reservas.
Si manejas información, experiencias o aprendizajes útiles, compártelos.
A veces un consejo, una recomendación de lectura o una herramienta práctica puede cambiarle la ruta a un colega. - Práctica pequeños gestos de apoyo.
No se trata de favores mayúsculos, sino de pequeños detalles: recomendar el trabajo de alguien, presentarlo con un contacto valioso o simplemente reconocer públicamente sus logros. - Escucha con genuino interés.
La escucha activa también es una muestra de dar. Preguntar y estar atento a lo que el otro necesita abre la puerta a relaciones auténticas y de confianza. - Da tu tiempo con magnaminidad.
En un mundo donde hay una adicción a la velocidad, regalar unos minutos para orientar, acompañar o guiar puede marcar la diferencia.
El tiempo es uno de los regalos más valiosos que podemos dar. - Desarrolla el hábito de dar.
El netgiving no es un gesto aislado, sino de un estilo de vida.
Convertir en hábito el dar genera una red sólida y confiable, que tarde o temprano se convierte también en una fuente de apoyo.
Al final del día, el netgiving no consiste solo en dar, sino de remover, inspirar y acompañar a otros en la búsqueda de su propósito.
Cuando ayudamos a alguien a descubrir su misión profesional, creamos un auténtico GANAR – GANAR.
Porque no solo florece la persona, también se fortalece la organización y se transforma el entorno.
Esa es la verdadera riqueza del dar sin esperar, y el mayor retorno que puede tener nuestra vida profesional.
“El netgiving no solo genera resultados: crea un círculo virtuoso donde dar es ganar y donde inspirar es multiplicar.”
¿Y tú, cuánto estás dispuesto a dar?
Soy Sergio Cazadero y te quiero compartir, cómo hacer para crecer.
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