¡Vámonos de peregrinos!
Ir a Fátima Portugal y encontrarnos con Nuestra Señora de Fátima es posible, aún en la distancia podemos ser peregrinos.
El día de hoy como equipo de Catholizare hemos preparado una cápsula especial para todos ustedes.
Por motivo de la conmemoración de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima que estamos celebrando.
Tuvimos la oportunidad de ver a través de videos la “procesión de las velas” que se realiza cada 13 de mayo en Fátima.
Sin duda es una experiencia impresionante ver reunidos a los millones de peregrinos.
Con sus velitas encendidas iluminando todo el lugar por la noche mientras cantan y la imagen de Nuestra Señora recorre el pasillo hasta el altar.
Por supuesto que al verlo nace el deseo de presenciar una experiencia de esa magnitud, pero el que no podamos viajar hasta el santuario en Portugal.
No quiere decir que no podamos ir como peregrinos, haciendo un camino desde el corazón hacia nuestro interior; llevando con nosotros nuestras vidas y a nuestras familias.
En esta cápsula te invito a que nos acompañes a peregrinar a través de un camino interior.
Prepárate, ve más allá de todos los ruidos y preocupaciones que abruman tu corazón, para encontrar allí dentro, el santuario donde Dios está siempre presente para nosotros.
Emprende este caminar de la mano de mamá María, en la advocación de la virgen de Fátima. Enciende simbólicamente tu cirio, que representa la luz del corazón de Dios que brilla en el corazón inmaculado de María.
Ella, en el Santuario de Fátima, se ofrece como lugar de encuentro entre Dios y sus hijos para que lleguen hasta el corazón de Dios.
Déjate llevar como los pastorcitos, para descubrir una nueva forma de relacionarte con Dios, en lo más íntimo de tu corazón y el suyo.
La aparición de nuestra Señora de Fátima
Las apariciones sucedieron desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre de 1917 a Lucía dos Santos, de diez años y sus primos, Jacinta y Francisco Marto de 6 y 8 años respectivamente.
Nos narra Lucía:
Una tarde de la primavera de 1916, Empezamos a ver, a cierta distancia, por encima de los árboles.
Una luz más blanca que la nieve, en forma de joven, transparente, más brillante que un cristal atravesado por los rayos del sol.
Aquella luz dijo:
– No tengas miedo. Soy el Ángel de la Paz, reza conmigo.
Y arrodillándose, bajó la frente al suelo.
Llevados por un movimiento sobrenatural, lo imitamos y
repetimos las palabras que le oímos pronunciar:
– Dios mío, creo, adoro, espero y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, no adoran,
no esperan y no te aman.
Después de repetir esto tres veces, se puso de pie y dijo:
– Reza así. Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de tus súplicas.
La atmósfera de lo sobrenatural que nos rodeaba era tan intensa, que apenas nos dimos cuenta de nuestra existencia.
Durante mucho tiempo, permanecimos en la posición en la que nos había dejado, siempre repitiendo la misma oración.
La presencia de Dios se sentía tan intensa e íntima que ni siquiera entre nosotros nos atrevimos a hablar.
Así, el Mensajero celestial se elevó al Cielo, mandándonos a rezar el rosario todos los días.
Eligió la oración que más nos lleva, desde el principio, a sumergirnos y vivir los principales misterios de Dios y de su obra redentora, realizada por Jesucristo, nuestro Salvador.
El 13 de mayo de 1917, la Señora del Rosario se aparece a los tres niños-pastores
En Cova de Iria, lugar donde se encontraban con los rebaños, los videntes dan cuenta de la aparición de una Señora «más brillante que el sol» que les dice ser «del Cielo».
Narra Lucía:
Vimos, en una encina, a una Dama, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz, más clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente.
Nos detuvimos sorprendidos por la aparición. Estábamos tan cerca, que nos quedamos dentro de la luz que la rodeaba y que se extendió, tal vez a cinco pies de distancia, más o menos.
Nuestra Señora nos dijo:
– ¡No tengas miedo! ¡No les haré daño! – ¿De dónde eres? – Le pregunté.
– Soy del cielo.
– ¿Y yo también voy al cielo? – Sí lo harás.
– ¿Y Jacinta? – También.
– ¿Y Francisco? – También, pero hay que hacer muchos rosarios.
– ¿Y qué puedo hacer por usted Señora Nuestra?
– Vine a pedirte que vengas aquí seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora.
Te diré después quien soy y que quiero. Entonces volveré aquí de nuevo.
Narra Lucía el final de la aparición del 13 de mayo
Entonces, por un impulso íntimo también comunicado, caímos de rodillas y repetimos:
– Oh Santísima Trinidad, te adoro. Mi Dios, te amo en el Santísimo Sacramento.
Después de los primeros momentos, Nuestra Señora nos dijo:
– Recen el rosario todos los días, para lograr la paz por el mundo y el fin de la guerra.
Comenzó a elevarse serenamente, hasta desaparecer a la distancia, en la inmensidad.
La luz que la rodeaba se fue como si se abriera camino en medio de las estrellas, motivo por el que alguna vez dijimos que vimos el cielo abierto.
Tiempo después Lucía escribió en su diario aquellas palabras que escuchó de la Virgen: “Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”.
Oración:
Dios mío, eres el habitante íntimo de mi ser y me llamas, en este 13 de mayo, a convertirme en peregrino desde el corazón para que pueda encontrarte allí.
Eres la fuente de la gracia y me das de beber con fe, adoración, esperanza y amor.
En el silencio más profundo de mi ser interior, quiero ser peregrino tocarte y necesito que me toques.
Quiero decirte:
Yo creo en ti, oh luz de luz
Te adoro mi señor y mi Dios
Espero en ti con toda confianza
Te amo con todo mi ser.
Y llevo en mi corazón a todos los que rechazan tu corazón.
Pido misericordia para ellos, salvación para todos.
Quiero ir por el corazón al corazón de tu madre, mi madre, Nuestra Señora del Rosario de Fátima. En tu corazón, eres tú quien espera mi corazón.
Este mayo, lejos de la capilla
Me hago peregrino: por mi corazón iré y en el corazón de la Madre oiré el latido misericordioso de tu corazón. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres
entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y
en la hora de nuestra muerte. Amén.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros. San Francisco y Santa Jacinta Marto, rueguen por nosotros.
Enciende una vela este 13 de mayo
Que indique que eres peregrino de Fátima. Nuestra Señora cuida tu camino.