Montañista, deportista, esquiador, buen estatus económico y social. Se volvió totalmente desprendido de lo material, hasta sus últimos momentos. ¿Quieres conocer la vida de Pier Giorgio Frassati y cómo nació para el cielo? Estoy segura de que te va a inspirar tanto como a mí.
La vida de Giorgio Frassati
Nació el 6 de abril de 1900, en una familia rica y famosa de Turín, Italia. Su padre Alfredo Frassati, tenía un puesto en la política.
Además de ser el fundador y director del influyente periódico “La Stampa” y su madre Adelaida Ametis, era una reconocida artista de la pintura.
Por tanto, Pier y su hermana Luciana crecieron sin que económicamente les faltara nada.
Pero desde el punto de vista afectivo, sus padres nunca se pusieron de acuerdo y fueron bastante rígidos.
Transmitiendo un duro sistema de reglas y deberes; mientras que la fe fue impartida únicamente por la madre y a manera de tradición más que convicción.
Pier no demostró mucho entusiasmo por el estudio, incluso lo suspendieron en alguna ocasión.
Hasta que fue confiado académicamente al salesiano Don Antonio Cojazzi, quien lo acercó a la espiritualidad cristiana y a partir de entonces.
¿Qué cambió en Giorgio?
Pier Giorgio sintió una fuerte necesidad de seguir el evangelio “comprendo mejor la gracia de ser católico, vivir sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la verdad no es vivir… Incluso a través de cada desilusión tenemos que recordar que somos los únicos que poseemos la verdad”.
Movimientos católicos
En estos años se inscribió prácticamente en todas las asociaciones católicas existentes para los laicos.
Empezando por la Conferencia de San Vicente de Paul, la Acción Católica, el apostolado de la oración, la liga Eucarística y la asociación de jóvenes adoradores universitaria.
A pesar de ser aún menor de edad, dondequiera que hubiera necesidad y pudiera ser enviado para servir a las personas desprovistas de todo.
¿Inútil, vagabundo?
En efecto, los ásperos enfrentamientos con su padre no se hicieron esperar, le calificaba de “inútil” y le recriminaba su “vagabundeo” por la ciudad entre personas que no estaban a su altura social.
Pier Giorgio, por su parte, no respondía a las provocaciones de su padre con la suficiencia y el orgullo propio de los jóvenes de su clase.
Al contrario, aceptaba los reproches con serenidad, pero NADA hacía que DESISTIERA de sus ACCIONES en favor de los NECESITADOS con la SONRISA alegre que lo caracterizaba.
En ese mismo sentido, a pesar del desacuerdo de sus padres, ingresó al politécnico de Turín.
Ahí estudió ingeniería industrial mecánica, teniendo en mente el sector minero para trabajar cerca de los operarios pobres.
Una vida austera
Llevó una vida austera, entregada a las obras de Caridad, pues decía: “visitar a los pobres, es visitar a Jesús”. Pieza clave de toda la ayuda y el servicio que brindó.
Buena parte del dinero que sus padres le mandaban para sus gastos personales lo usaba para estas intenciones.
A menudo su madre lo reprendía por llegar tarde a la cena, pues no sabía que pasaba las tardes sirviendo a los hambrientos.
Y que normalmente regresaba literalmente corriendo a casa después de haber donado el dinero del autobús.
Su padre lo castigaba por regresar sin su abrigo, pues creía que lo había perdido.
De dónde venía su fortaleza?
Provenía de la comunión diaria y la frecuente adoración al santísimo.
En la universidad solía observar los paneles llenos de hojas y folletos sobre fiestas y diversiones.
Así que un día se decidió a colocar un folleto que invitaba a los estudiantes a la adoración nocturna.
Los universitarios arrancaron sus carteles y se burlaron de él, pero perseveró y defendió enérgicamente el derecho a expresar sus convicciones.
Con el tiempo, fundó un círculo amistoso al que llamaban “LOS TIPOS SOSPECHOSOS” cuyos miembros se ponían apodos divertidos (el de Pier Giorgio era Robespierre).
Hacían viajes y bromas, pero sobre todo aspiraban a la más profunda de las amistades, con Cristo como su centro, fundada en el vínculo de la oración y de la fe siempre alegre y renovada.
Apasionado deportista
Pier Giorgio era un apasionado deportista, esquiador y montañista que llegó a escalar los Alpes. Solía decir:
“Me preguntas si estoy alegre, ¿cómo no estarlo mientras la fe me da fuerzas? ¡La tristeza debe ser barrida del alma del católico!”
¡Wow! Qué buena frase. ¡A barrer las tristezas! La fe es nuestra fortaleza, no lo olvides.
Un sacrificio que pocos jóvenes habrían podido soportar.
Un día en que se divertía con sus amigos, conoció a Laura Hidalgo y se enamoró inmediatamente de ella.
Pero sería un amor imposible que conservaría en su corazón y para sí mismo.
Primero, para no causarle a ella una falsa ilusión, y luego, para no dar a su familia otro disgusto.
Ya que esta inteligentísima y bella chica pertenecía a una clase social mucho más baja.
Pier Giorgio, en cambio, supo enfrentar esta durísima renuncia con una sonrisa, porque estaba convencido de que el verdadero amor era el eterno.
Llegando incluso a anhelar que no tardase en llegar el día de su nacimiento para el cielo, llamándolo “el más hermoso de todos”.
Me pregunto, ¿qué clase de relación tenia Pier con Dios que tuvo siempre la certeza del cielo? Seguramente una amistad muy profunda.
Su camino al cielo
El 30 de junio de 1925 Pier Giorgio sintió un extraño dolor de cabeza y falta de apetito.
Pero nadie atendía sus síntomas porque en ese período la abuela estaba en su lecho de muerte.
En ella, estaba puesta toda la atención de la familia, haciendo que lo que le sucedía al joven pareciera insignificante.
Sin embargo, se trataba de poliomielitis fulminante, probablemente contraída en sus visitas a enfermos.
Bastaron tan solo un par de días Pier Giorgio estaba agonizando casi en silencio, cuando sus padres se dieron cuenta de lo que pasaba, era ya muy tarde y no podía salvarse.
Así que pidió a su hermana Lucía que tomara la caja de inyecciones y la llevara a una persona más necesitada.
Pier dando lo que tenía, aún en sus últimos momentos. Apenas cumplida la semana de haber iniciado los síntomas, falleció, el 4 de julio de 1925.
En su funeral
Acudieron amigos y sobre todo, muchísimos pobres. Por primera vez sus familiares comprendieron, viéndolo tan amado, quién había sido Pier Giorgio realmente.
Alfredo Frassati quedó muy deprimido por no haber comprendido a tiempo el valioso corazón de su hijo.
Dejándole un vacío demasiado grande, que lentamente se fue llenando con una nueva luz que venía de la Palabra de Dios.
Alfredo se fue acercando a la fe y su esperanza y su caridad maduraron día con día hasta el final de su vida.
Murió en 1961 después de una progresiva y maravillosa conversión que muchos consideraron, tal vez con razón, el “PRIMER” milagro de Pier Giorgio.
¿Te imaginas? Vaya que dio mucho fruto el corazón generoso de Pier.
San Juan Pablo ll, beatificó a Pier Giorgio Frassati en 1990.
Oración:
Querido Beato Pier Giorgio Frassati, tú que encontraste a Jesús en el servicio y la entrega a los pobres.
Te pedimos que intercedas por todos los jóvenes que estamos leyendo o escuchando este post.
Para que, siguiendo tu ejemplo, descubramos siempre la riqueza de encontrarnos con Dios, en los actos de servicio, de entrega y misión que realizamos.
Ayudando a los más necesitados tanto material como espiritualmente.
Que con tu ejemplo, sepamos vivir una fe apasionada, entregada y llena de alegría. Amén.
Vania Hernández