A lo largo de nuestra vida podemos encontrarnos con personas, comentarios o situaciones que pueden atentar contra nuestra dignidad y lastimarnos sin saber cómo reaccionar de una manera apropiada.
Esto es muy común en la vida de cualquier persona y sucede debido a que solo nos enseñaron a no agredir a los demás, pero muy pocas veces nos dicen cómo poner límites en nuestra defensa.
Cuando tratamos de marcar un límite sin saber cómo, es normal que perdamos la calma o seamos irrespetuosos y caigamos en impotencia sin obedecer a lo que Jesús nos enseñó de no regresar un insulto, también nos puede pasar que terminemos aceptando la ofensa por no saber actuar.
Es por eso que es necesario aprender herramientas y estrategias que nos ayuden a defendernos ante estas amenazas sin perder el control y manteniendo nuestra integridad de católicos intacta. En este artículo revisaremos los aspectos más importantes junto con algunas estrategias que nos ayudarán a poner un límite.
Puntos que considerar:
Un límite estará cargado de intensidad emocional tanto para la persona que lo transmite y para el receptor, por lo que es recomendable dar el beneficio de la duda primero para que no seamos rudos de una manera innecesaria.
Existen diferentes tipos de límites juntos con sus herramientas o estrategias, por lo que es importante identificar qué tipo de límite es más apropiado según la situación o persona (no todas las estrategias de límites aplican para todos los casos).
Marcar un límite es algo que por lo general no nos enseñan por lo que debemos tenernos paciencia con nuestro perfeccionamiento al poner uno y lo más recomendable es:
Saber cómo debemos de actuar con un tiempo de práctica antes de nuestro intento o empezar con pequeños límites como empezar a decir «no» porque si ponemos un límite y este no sale como quisiéramos existirá la probabilidad que no nos tomen en serio o que no generemos un impacto significativo.
Conócete:
Debemos reconocer con honestidad y humildad que es lo que nos puede llegar a ofender: temas, heridas, aspectos de nuestra persona, errores, insultos o comentarios que son meritorias de poner un límite.
El poner un límite es un acto de defensa propia que contiene un alto impacto emocional hacia las personas involucradas, por lo que debemos de actuar siempre y cuando nos sintamos ofendidos sin menospreciar o exagerar nuestro sentir o la situación, y es necesario saber qué acciones o palabras atentan contra nuestra dignidad.
Es muy importante la honestidad porque nuestro cuerpo tiene reacciones instintivas y es conveniente saber nuestras maneras de reaccionar según la emoción que estamos sintiendo, ya que si actuamos con incongruencia a la emoción que estamos sintiendo nuestro límite perderá impacto.
La manera más efectiva de lograr esto es preguntarle a un ser querido de confianza que observa en nosotros, ya sea en nuestra cara, cuerpo, voz o actitud, al momento de vivir una emoción.
Cuando conocemos nuestra manera de reaccionar es fundamental detectar qué conductas impiden un diálogo o conversación con otra persona y debemos corregirlas o en todo caso evitarlas.
Recordemos que poner un límite es transmitir un mensaje para que se respete nuestra integridad y no lograremos esto de una manera sana y correcta, si caemos en el juego de los insultos y ataques nuestro límite perderá su contenido de virtud y fallaremos con los valores católicos.
Otro aspecto relevante cuando marcamos un límite son las emociones que sentimos y las más comunes que podemos experimentar son el enojo y la tristeza.
Es importante aceptar la emoción que estamos viviendo (no quiere decir que esta tome el control sobre nosotros) debido a que, si somos coherentes con lo que sentimos, pensamos y actuamos, nuestra forma de marcar un límite tomará fuerza y dejará un mensaje claro.
No podemos decirle a alguien que su comentario no nos agrada si tenemos una sonrisa en el rostro. Si no logramos una coherencia, es más probable que las personas no nos tomen en serio. Además, el permitirnos sentir ya sea enojo o tristeza nos ayudará a evitar caer en resentimientos.
El lenguaje no verbal y verbal:
La mirada es fundamental cuando ponemos un límite, no podemos estar mirando hacia el suelo u hacia otro lado, debemos estar mirando directamente a la persona y teniendo contacto visual de ambas partes cuando marcamos un límite.
Es normal que nos sintamos incómodos en nuestros primeros intentos de mirar a la persona, pero existen técnicas que nos ayudaran.
Una de ellas es la regla de los 3 segundos, que consiste en mirar directamente a la persona a sus ojos cuando hablamos con ella mientras, contamos 3 segundos en nuestra mente para después romper el contacto visual y después volver a mirar a la persona a los ojos.
Si nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo, sin mover nuestra mirada será grosero, muy agresivo e incluso algunas personas nos pueden tomar como broma.
Otra técnica que nos puede ayudar es mirar la frente de la otra persona, donde comienza su nariz en lugar de los ojos.
Por otra parte, debemos considerar la orientación de nuestro cuerpo como la mirada, dirección de los pies, tronco y rodillas.
Estos tienen que estar dirigidos hacia la persona que marcaremos un límite. Lo mejor es estar de frente y sin objetos como mesas, sillas o muebles, entre el espacio de nuestra persona y de la otra persona.
Si existen, todavía podemos marcar un límite de forma correcta, pero en lo que no nos podemos descuidar es en la dirección de nuestro cuerpo, si estamos desviados, nuestro mensaje perderá impacto y puede darse a interpretar que tenemos miedo.
Los límites, para que funcionen, deben expresarse con un tono de voz fuerte, con buena dicción, sin ser apresurados o lentos, las ideas precisas, con sencillez.
Sin muchas explicaciones y no permitiendo ser interrumpidos cuando sea nuestro momento de hablar ya sea no dejando de hablar, sin alzar la voz, o recordando que es tu turno de hablar. Si es posible, es recomendable pensar que diremos antes de hablar.
Confrontación:
Para poner un límite, nos puede servir exponer la situación que se está dando y pedir los propósitos o las razones a quien dijo u actuó de una manera grosera con nosotros.
Nos pueden ayudar frases como:» sé lo que sucede»,» ¿por qué estás haciendo/diciendo eso?» «¿A qué quieres llegar con …?»,»¿estás intentando que me enoje?», «¿por qué estás siendo grosero?», entre otras.
El objetivo de estas frases es dar a entender que conocemos lo que la otra persona está intentando hacer y que no lo permitiremos, en otras palabras, no jugamos su juego.
Cuando somos directos con alguien a quien le estamos marcando un límite nos puede funcionar hacer énfasis en los errores o incongruencias de la persona como sus muletillas, si alza la voz, si solo se ríe, si ve hacia otro lado u otras personas, si es cortante, si intenta irse, si pierde el control de sus emociones entre otras.
Es importante mostrar que lo que buscamos no es agredir, sino, dar a respetar nuestra integridad, impedir que las conductas o palabras que nos ofenden no se repitan y que estamos abiertos a perdonar para lograr estar en paz con la otra persona.
Siempre debemos tener el control de nuestras emociones sin perder la compostura, sin contestar insultos, sin gritar y sin ofender a la otra persona.
Debemos evitar regresar mal con mal o fuego con fuego si queremos actuar de una manera diferente de nuestro agresor, con más valores y virtudes.
Por último, si una persona no está abierta al diálogo, sigue cometiendo agresiones, no se le observa una intención de cambiar, no reconoce sus faltas o que sus disculpas no nos convenzan, siempre existirá la opción de irse del lugar, evento, salón, cuarto de donde estemos.
Una persona que no le interesa nuestra dignidad no es merecedora de nuestra presencia y es válido cortar contacto y comunicación con esta hasta que se arrepienta o nos busque si es que lo hace.
Tenemos que ser valientes y recordar que las personas que en verdad les importamos nos respetarán y buscarán evitar hacernos daño.
Si a una persona le ponemos un límite que no respeta y no regresa para disculparse o arrepentirse, es una persona digna de irse de nuestras vidas.
Consejos prácticos:
- Mejora tu lenguaje corporal y no verbal: Descubrir más herramientas y comenzar a ponerlas en práctica en nuestro día a día desarrollará confianza en nosotros mismos y la confianza es clave al poner un límite.
- Crece en autoestima: Empezar a verse con admiración, reconocer los logros que hemos conseguido, cuidar nuestra salud, que no nos importe lo que los demás piensen de nosotros, son algunos ejemplos de una autoestima alta. Cuando tengamos una buena autoestima será más fácil poner límites.
- Pide fuerza: El señor entiende perfectamente nuestros sentimientos y emociones, también fue agredido, burlado e insultado. Él es el maestro en cuanto a poner límites sin ser grosero o perder el control.
- Práctica: No basta con conocer la teoría si no la ponemos poco a poco en práctica, debemos ser pacientes con nuestro proceso en poner límites. Recuerda que la práctica hace al maestro.
- Recuerda que si ponemos límites a alguien y este lo respeta, es una persona que vale la pena y que en verdad le importas. Las personas que no nos respetan no vale la pena que estén cerca de nosotros.
Conclusión:
Saber poner límites es muestra de madurez, humildad, valentía, de amor propio y de fuerza. En pocas palabras, poner límites de manera correcta es un reflejo de que tipo de personas somos porque uno da lo que es, qué virtudes poseemos.
Es de vital importancia debido a que tristemente encontraremos personas que por algún motivo no muestran respeto hacia los demás, se sienten superiores, son emocionalmente inmaduros, necesitan humillar a alguien para sentirse bien o carecen de educación entre otras.
Y si permitimos faltas hacia nuestra persona, constantemente nos insultarán y se burlarán de nosotros, corriendo el riesgo de caer en resentimientos, corajes e impotencias que enferman el alma.
La única forma de evitarlo es poner límites y si recordamos las advertencias, los fundamentos de conocernos, cuidar nuestro lenguaje verbal y no verbal, las técnicas de confrontación lograremos marcar un límite sólido que cumpla nuestro código de ética como católicos de no de regresar mal por mal sino el bien y de vencer al mal con el bien manteniendo nuestra integridad intacta.
No debemos olvidar que como nos tratan las demás personas es un reflejo de cómo nos tratamos a nosotros mismos, además los límites permiten que defendamos nuestra dignidad como hijos de Dios. Cuando ponemos un límite generamos que las otras personas nos respeten logrando dar un buen ejemplo a seguir.
Oración:
Señor, gracias por esta oportunidad de transmitir lo que sabemos con nuestros hermanos, te pido que la persona que lea este artículo sea conmovida, que logre reconocer su valor como tu hijo(a) y que sepa defender su integridad.
Danos la fuerza, el carácter, la humildad y la valentía que implica el poner límites porque sabemos que para extender tu reino debemos de amar a nuestro prójimo y la mejor manera de amar es el respeto mutuo comenzando por nosotros mismos.
Que tu luz siempre inspire cada acción que vayamos a cometer y que tu gracia nos mantenga alejados de perder el control o de caer en resentimientos e ira por no defendernos. Todo esto lo pido en tu poderoso nombre Jesucristo.
Amén
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