Tiempo de Adviento
El tiempo de Adviento es tiempo de recordar que Dios hace nuevas todas las cosas, como lo dice la Palabra (Ap. 21, 5).
Todas las cosas que desde el fondo de nuestro corazón quisiéramos mantener y nuestra fragilidad, debilidad e intermitencia van afectando poco a poco.
Jesús quiere venir a renovar el amor que tenemos en el corazón, renovar el amor desde su mirada, desde su voluntad y desde su Palabra.
Esto supone custodiar el corazón hermanos, es la defensa de la oración y la vida orante que nos lleva a la relación verdadera con la Trinidad y María.
Tiempo de cercanía
Pero, ¿Cuántas veces en nuestro camino de seguimiento tenemos esta sensación de que las fuerzas no nos alcanzan?
¿Cuántas veces con toda sinceridad queremos reaccionar de otra manera o acoger con fidelidad las luces que Jesús nos regala, pero me quedo a medio camino?
El Adviento es este tiempo de cercanía de Dios, es este tiempo de renovación de las fuerzas, renovación de la permanencia en su Palabra.
Es tiempo de mirar más a Dios que al mundo, de recordar que los criterios y paradigmas del mundo no tienen la última palabra, que Dios aún tiene mucho que decir.
El Adviento es tiempo de levantar el corazón del cansancio del mundo y orientarlo hacia la renovación que la Trinidad nos ofrece.
“Vigilo mi Palabra para que se cumpla” (Jer. 1, 11-12)
Esta mañana es para pedir presencia y compañía
Quédate con nosotros Señor, quédate conmigo, que tu Palabra y tu compañía renueven las fuerzas de mi corazón.
Ayúdame querido Señor a abrazarte a ti, renuévame y fija en ti mi mirada, no dejes que el mundo me engañe o distorsione nuestros proyectos. Yo quiero quedarme contigo, con el cansancio gozoso del corazón que se sabe amado con un Eterno Amor.
Pidamos a la Virgen ese corazón humilde y agradecido, que sepa permanecer unido a Dios y que nos impulse a buscar siempre la permanencia. Que nuestra Fe no desfallezca.