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Víctimas, victimistas y victimismos.

La diferencia entre víctimas, victimistas y victimismos.

Los costos del victimismo a largo plazo son altos e incluyen la pérdida de la libertad, una menor noción de autodeterminación, menor bienestar, menor salud mental y baja autoestima…

Esta semana la psicóloga Eugenia Weinstein envió una carta al director comentando el altercado entre el ministro Ávila y la diputada Delgado.

Más allá de las peculiaridades de dicho episodio que no voy a comentar, la carta invita a reflexionar sobre los límites entre el ser víctima, victimista, y el victimismo.

Las víctimas han sido objetos de delitos, abuso o agresiones, y como tales merecen reconocimiento, justicia y reparación. ¡Qué duda cabe! Pero…

Hay una gran diferencia entre ser víctima y ser victimista

La víctima busca dejar atrás su condición; quiere quitarse esa etiqueta de encima y recuperar la vida que tenía antes de haber sido victimizada.

El victimista, en cambio, se identifica con el rol, se refugia en su papel, abusa de él y lo exhibe orgulloso. Algunos victimistas ni siquiera han sido verdaderas víctimas.

Simplemente se aprovechan, habitualmente de manera inconsciente, de alguna condición personal que les permita identificarse con grupos de víctimas verdaderas, y obtienen a través de ellos los beneficios de su pertenencia.

El victimismo es un patrón de comportamiento que lleva a una persona a identificarse con el rol de víctima y hacer un uso compulsivo de su condición.

Este comportamiento se alimenta de diversos mecanismos, incluyendo el refuerzo social, el alivio de la culpa, la autojustificación y la renuncia al esfuerzo personal que se necesita para perdonar, perdonarse y reflexionar hasta comprender las dinámicas de agresión y abuso en todas sus complejidades, incluyendo, cuando corresponda, las responsabilidades personales. Porque sí, ser víctima y tener responsabilidades personales no son excluyentes.

Comprender el rol que uno jugó en la dinámica de agresión es clave para evitar la revictimización.

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El victimista

Prefiere inconscientemente la satisfacción inmediata del «ser víctima» a los beneficios de largo plazo del dejar de serlo. Así, se convierte en un onanista del rol de víctima. Como en todo acto de autogratificación, el comportamiento lleva a la persona a centrarse en sí misma y desatender las necesidades de los demás, lo que puede hacer que parezca egoísta.

Además, el victimista proyecta su agresión en otros, percibiéndolos como hostiles, sin darse cuenta de que es su propia hostilidad la «depositada» en los demás. Como resultado, el victimista percibe animadversión donde no la hay, y desarrolla una actitud permanente de desconfianza, querulancia, afán de reivindicación, paranoia y tribalismo (nosotros contra ellos). Pueden llegar a transformarse en personas peligrosas y tiranizar a inocentes.

La psicología ha identificado cuatro dimensiones principales del victimismo:

a) una búsqueda constante de reconocimiento como víctima;

b) elitismo moral;

c) falta de empatía por el dolor y sufrimiento de otros; y

d) rumiación permanente acerca del pasado de victimización.

Los costos del victimismo a largo plazo son altos e incluyen la pérdida de la libertad, una menor noción de autodeterminación, menor bienestar, menor salud mental y baja autoestima.

Además, la compasión natural hacia las víctimas puede convertirse rápidamente en antipatía hacia aquellos individuos y grupos que abusan del rol, lo que resulta en su exclusión social. Las verdaderas víctimas pueden terminar siendo objeto de un injusto desafecto, al ser arrastradas por el rechazo que generan los victimistas.

Buena parte del trabajo terapéutico con víctimas consiste en

Ayudarles a comprender o mentalizar el concepto de victimismo, ya que la mayoría de los victimistas no son conscientes de serlo. Ayudar a alguien a abandonar el victimismo es una tarea compleja porque implica que el victimista haga un duelo de identidad, y porque -por su naturaleza- el victimista interpretará cualquier insinuación del terapeuta en esta línea como un intento de revictimizarlo a través de la invalidación. Allí está el arte de la terapia.

Quienes quieran saber más sobre este asunto Los invito a leer el excelente artículo «Unravelling the Mindset of victimhood» publicado el 29 de junio de 2020 en Scientific American por Scott Barry Kaufman.

Dr. Rodrigo A. Figueroa C.

Psiquiatra, profesor asociado. Departamento de psiquiatría. Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

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