Extracto de la ponencia «La experiencia de la fraternidad en una sociedad sin hermanos» Mgr. Carolina Salinas Suárez (Chile).
La fraternidad
Entre hermanos se aprende la convivencia humana
La relación entre hermanos, ofrece un espacio de adquisición, desarrollo y mantenimiento de habilidades sociales
Y se convierten en la base de futuras relaciones con otras personas en diferentes contextos.
Es así como los hermanos pueden influir los unos a los otros en diversos aspectos.
Por ejemplo, los hermanos pueden ser una fuente clave de aprobación.
Diversos estudios demuestran la existencia de una asociación entre la calidad de la relación fraternal y el desarrollo de la seguridad social.
Por ejemplo, en el sistema escolar las relaciones positivas entre hermanos se vinculan con el mejor entendimiento de las emociones entre otras personas con otras personas.
Y algunas investigaciones hallan que aquellos niños que tienen una relación positiva con sus hermanos, muestran una mejor comprensión emocional y social.
Es decir, mejores habilidades sociales, más sensibilidad moral y un mayor ajuste psicológico.
Los hermanos y las hermanas son una presencia fundamental en la vida de muchos de nosotros.
Aunque vivir con hermanos y hermanas puede generar sentimientos de ir a frustración y vulnerabilidad también provoca amor y seguridad.
Aumenta la tendencia a confiar en los otros y es uno de los agentes de socialización más importante de las personas.
En el contexto escolar, por ejemplo, se han hallado mayores niveles de problemas relacionales y aislamiento de personas que no tienen hermanos en relación con individuos que sí tienen.
Las habilidades sociales son un conjunto de comportamientos que permiten la interacción social y las conductas prosociales.
Por lo tanto, a la sociedad completa nos conviene ese bien que produce la familia, este mejor de adaptamiento de los niños.
Las familias poseen estructuras y configuraciones diferentes que hacen que cada una posea características que la diferencian.
Por lo tanto, que reaccionen según las modalidades que le corresponden, según su configuración.
Como sabemos la composición de la familia ha experimentado una serie de cambios desde el inicio de la industrialización hasta hoy.
Pero en los últimos 40 años esos cambios fundamentalmente han tenido que ver con el envejecimiento poblacional y con la disminución de la natalidad.
¿Cómo si la fraternidad tiene la necesidad de ser descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada, lo podemos lograr en este invierno demográfico?
La respuesta no es fácil. Sabemos que la experiencia de fraternidad fundamentalmente como decíamos, se aprende en la familia.
Pero si se deja de vivir por los hermanos, deberemos acudir a la familia grande que mencionaba Francisco, deberemos acudir a los primos, quizás también familia de afectos, a vecinos, a compañeros de curso.
Quizá los padres tenemos obligados a socializar a nuestros niños de forma más temprana, a exponerlos a vínculos con pares.
Pero también, creo que es importante no solamente paliar la situación como reacción, tenemos que realizar lo suficiente y lo posible y lo imposible para que las futuras generaciones conozcan y por supuesto entiendan la ganancia que para el propio hijo.
Y para la sociedad supone que generemos un cambio en algunos de los estudios que les referí.
Entonces no solamente del beneficio para la sociedad en aras de una paz social, de una justicia social, de una mayor solidaridad que tiene efectivamente la fraternidad, sino también, el beneficio para el propio hijo.
Creo que esa es una de las claves que hay que tocar a nuestro hijo, a nuestro único hijo.
Queremos que tenga una vida, queremos que tenga una vida más adaptada al entorno, queremos que la fraternidad no le sea ajena.
Esa es una de las teclas que hay que tocar, las éticas contemporáneas no han sido capaces de generar vínculos auténticos de fraternidad, y por lo tanto, no podemos dejarle este empeño y esa tarea al resto.
Es una tarea que debemos enfrentar nosotros, la fraternidad privada, de la referencia de un padre común.
Como fundamento último, los Cristianos tenemos la experiencia de ser hijos, de tener un mismo Padre, es lo que nos hace hermanos.
Quiero terminar diciendo simplemente, que la falta de esta experiencia de fraternidad sin duda tendrá consecuencias de mantenerse en este invierno demográfico.
Y las consecuencias sin duda, también serán un menor compromiso social, una menor solidaridad, un menor interés comunitario y afiliación política.
Recuperemos la siguiente generación, o quizás dos generaciones después, porque la siguiente generación serán padres que fueron criados como hijos únicos.
Entonces es también a que propongamos mayor bienestar para nuestros hijos y que pongamos el cambio.
Este tema se los propongo desde la experiencia de una madre de hijo único, pero en el entendimiento que la sociedad, somos todos.
Y que efectivamente, no solamente las estadísticas, no solamente el magisterio, no solamente los estudios psicológicos nos deben mover.
También nos debe mover la conciencia de ser hermanos, porque tenemos un mismo Padre que está en los cielos. Gracias.
Extracto de la ponencia «La familia: Lugar idóneo de fraternización.» Dr. Marco Antonio Lome.
El hogar, el lugar idóneo de fraternización
Este tema ha sido algo que ha salido después de haber leído tu tía encíclica del Papa Francisco.
Donde cuestionaba cómo vamos a aprender a ser hermanos en un mundo donde las familias ya no tienen hermanos.
Entonces, reflexioné acerca de cómo es importante volver a recuperarse a partir de este invierno demográfico.
Quizá lo que necesitamos es una reflexión de cómo volver el hogar una solución y volver a restituir lo que probablemente se estaba perdiendo.
Lo que estamos buscando ahora, es reconstruir un ecosistema, hacerlo sostenible a partir de volver a las familias, es donde puede darse la fraternización.
Que encontremos que la crisis de la fraternidad es una crisis de decisión personal, de decir no quiero tener hijos.
Yo soy padre de cuatro hijos, cada uno de mis hijos representa una tarea para mí como padre, pero también para ellos.
En la igualdad como hijos de Dios o en la igualdad de su dignidad, la igualdad entre cada hijo es tratado como hijo.
Te das cuenta que la realización de ser padre, cada hijo es único y tiene un amor especial no exclusivo y no de manera preferida.
Es diferente cada uno y quien tiene varios hijos lo sabe, pero lo comento porque me he dado cuenta que en mi propio círculo católico, mis amigos han querido tener un hijo.
Y muchas veces el pensamiento o el argumento no es una cuestión probablemente como diría Pablo VI por causas fuertes, pues se ha metido la mentalidad superficial en las relaciones, en las que los hijos nos cuestan o nos quitan algo.
Cómo volver a establecer que el matrimonio está llamado a la familia, porque es comunión, por lo tanto, la familia es el sentido del matrimonio.
“Los hijos es la crisis del matrimonio” pero eso afecta también a la crisis de la sociedad
Cómo evaluar esta estructura en el que, en el fondo respondemos haciendo las cosas que tal vez se están perdiendo, por no querer tener hijos o no querer tener hermanos.
Nos estamos perdiendo unas experiencias familiares, que desde luego, tenemos que saltar.
No solamente con una falta de sentido de lo que implica ser familia, sino que probablemente es la falta de sentido de Dios.
Qué tan importante es para el tema de la vida tener fe. Es que la gente hoy ya no cree en Dios y por eso está en crisis la natalidad.
Ya no quiero decir que quiero tener dos o tres hijos, mi respuesta es que voy a tener los hijos que Dios quiera.
Difícil, porque unos dicen no es que Dios quiere sino que tú quieres, uno colabora en algo. El hijo termina siendo un don, y eso es confiar en la Providencia de Dios.
Que cada hijo no es una carga sino, que es un don, los hijos cuestan pero valen mucho más de lo que cuestan.
Creo que esa es justamente la visión que hay que cambiar en esta crisis de la fraternidad.
Si no se tienen hijos, los hijos van perdiendo la experiencia de la indemnización y obviamente siguen las crisis de la fraternidad.
Hay una crisis de la sociedad recuerda Joseph Mirón las sociedades vinculadas se están perdiendo los vínculos valiosos.
Pero no solamente son vínculos de tipo existencial, sino también, de tipo ético lo que se pierde en la racionalidad de los hermanos.
A veces es mucho más potente que los Padres pueden ejercer en un tema de valores que lo que un hermano puede ejercer en un sentido existencial.
No es el padre el que le dice al hijo que tiene que vivir con justicia que tiene que vivir la generosidad sino, que entre hermanos se viven estos valores si se van practicando con el fondo de lo que va llevando a la sociedad.
Entonces sí los hijos dejan tener hermanos, cómo vamos a vivir en sociedad del respeto, tolerancia, justicia, equidad, reciprocidad, generosidad.
Y esa es la muerte de uno mismo, cuando ya no se puede salir porque ya no hay un otro.
Claro que se puede sufrir con otras relaciones pero, probablemente habría que pensar claramente que el tema de la crisis de la fraternidad es una crisis más profunda.
Porque hablan de crisis matrimonial, por lo tanto una crisis social.
Cómo recuperar el tema de los retenciones a partir del Don y la tarea, quizás unos conceptos que brotan del pensamiento de Juan Pablo II, responde a una estructura ontológica que toca a la persona.
La persona es un ser llamado al amor y a la comunión.
Es en la familia donde la persona se realiza como persona, para ser hermana y hermano
Pero no solamente es el autoconocimiento, sino también es aceptación, autoaceptarse, así como soy.
Dice que el ganado del vecino es mejor, pero entonces cuando uno mira el otro, no se mira a sí mismo, no se valora por quién es, y está buscando lo que carece.
Pero no valora lo que que tiene y cada hombre, cada hijo que se encuentra en la edad familiar, debe aceptarse.
La familia es donde se aprende a vivir esta parte de la empatía, la autoestima que los padres ejercen hacia ellos y que el mundo fraternal potencia esta parte.
Cuando los hermanos se apoyan mutuamente, tú puedes en las buenas y en las malas, termina siendo el lugar donde se da el autodominio.
La fraternización es para vivir centrado, hay que descentrarse. Los hermanos acentuados son aquellos que se descentran.
Entonces comenzaré a vivir emociones y probablemente comparaciones. A partir de esas experiencias tengo que darme cuenta que tengo templanza.
La constancia y por otro lado la familia, permite también la auto donación. Tengo que desprenderme y renunciar a muchas cosas.
Porque no puedo tener todo, porque tengo un hermano que también pide lo mismo que yo.
En la fraternidad también hay un trabajo interesantísimo; mi identidad. Tengo un hermano, una hermana con quien habló solamente.
No una identidad sexual sino una identidad personal, de sentirme también perteneciente a alguien.
Otro de los grandes conflictos que podemos encontrar, es que las personas no se encuentran pertenecientes a su familia y van creándose ciertos grupos que, aparentemente, son fraternidades.
Porque en el fondo no lo son, porque deshumanizan a las personas, las manipulan, las asimilan.
Y este tipo de fraternidad es probablemente porque la familia no se está encontrando esta identidad, esa pertenencia, quién soy yo.
La comunidad de las organizaciones frente a la soledad que hoy el mundo vive, la familia es el rescate del apoyo emocional, al mismo tiempo frente a la individualismo.
No soy un centro, soy un don, estoy para los demás.
La familia es el lugar para hacer al otro, es la tarea a realizar, la conyugalidad en un primer momento debe ser un ejemplo para los hijos.
San Juan Pablo Segundo en la teología del cuerpo, cuando habla de Sacramento del matrimonio, hace una reflexión sobre contexto del Cantar de los Cantares que dice: “Hermana mía, esposa mía”
No se trata de tratar a tu esposo como una posició,n pues es un don y los primeros que deben vivir fraternalmente son los esposos.
No en el tema sexual, pero deben tratarse como hermanos ninguno es más que otro.
Los padres son los que ya orientan el modo en que los hijos van conviviendo.
A veces uno no sabe cometer errores, hay que levantarse, los mismos hijos lo van aprendiendo, pero cada hijo debe saber que es un hermano tan valioso como el otro.
Aprender a respetarse en la diferencia.
La fraternidad como una manera de vivir el don. Ir rescatando de ellos el contribuir a la vida familiar
Porque luego como padres, nos enfocamos a señalar sólo lo que no hacen bien y nos olvidamos de hacer lo que se hace bien.
Con el tiempo, ellos lo van a aprender, a los que van reconociendo lo que cada uno es bueno. Y por qué no también las vulnerabilidades.
Incluso en el tema de confianza, también es una escuela de formación, ética y moral.
El gran problema de las sociedades que ya nos habla de lo que está bien y lo que está mal.
Los hermanos contribuyen en esta escuela de formación ética, desarrollo de habilidades sociales y aprender a escuchar.
Aprender a escuchar es una habilidad que hace falta nuestra sociedad, es aprender a resolver conflictos entre ellos.
A veces los papás podemos guiar pero a veces es importante que entre ellos lo resuelvan.
El Papa Francisco nos propone aprender a escuchar y salir de uno mismo, el respeto y la tolerancia
No soy único, hay otro igual a mí y por lo tanto, sé que también puede ser vulnerable. Tengo que tratarlo con misericordia, con ternura.
Y al mismo tiempo la comparación y la competencia desde una sana realidad, desde la manera en que como hermanos, puedan hacerse crecer.
La competencia también hay que desarrollarla para ir generando habilidades para el bien de la comunidad y de la familia. Lo que tú puedes hacer contribuye.
En la psicología social se dice que cuando se trabaja en equipo se pierde responsabilidad así no en la familia en la familia también hay que contribuir a que los hijos obtengan responsabilidad sobre sus actos.
Pero también responsabilidad sobre la teoría del hogar tarea del hogar quiero concluir podríamos estar hablando de más aspectos sobre lo que implica la tarea pero lo fraternización.
Pero lo que sí podemos darnos cuenta es que lo podemos recuperar a través de la familia, probablemente en una segunda generación.
La tolerancia a la diferencia, no significa que acepte lo que tú quieres, pero sí que lo respete.
A partir de esa gran labor, la familia es la solución quizá a la gran crisis de la fraternización que hoy encontramos en la sociedad.
Pero aún así, en las dificultades o quizá en las maneras en que los padres resuelven sus conflictos.
También es valioso, porque enriquece el asombro como padre de manera diferente a lo que tú piensas y eso también hace crecer a la persona. Gracias.