¿Qué retos enfrenta un psicólogo católico actualmente?
El psicólogo católico ante los retos actuales. A dos décadas transcurridas de este nuevo siglo, los principales problemas que enfrentamos las mujeres y hombres de hoy, siguen siendo el materialismo exacerbado y el hedonismo.
Así como el relativismo y egocentrismo, que nos impactan de manera preponderante desde la segunda mitad del siglo XX.
Actualmente el ser humano ya no encuentra un sentido a su vida, en esta vorágine de cambios acelerados, pérdida de valores trascendentes e ideologias reduccionistas que, ofrecen soluciones falsas a los problemas humanos.
Esto sin duda es un reto enorme para las instituciones educativas, especialmente aquellas que fundamentan su tarea educativa en una Filosofia Humanista de Inspiración Cristiana.
Para dar un testimonio desde el ámbito universitario y profesional de los valores cristianos en una sociedad permeada por ideologias que conducen a la fragmentación de la persona y la sociedad.
La Psicologia no es la excepción, pues cada vez estamos viendo más como el New Age, del que han derivado múltiples técnicas con tintes psicológicos y esotéricos.
Están siendo incorporadas a la práctica de los profesionales de la Psicologia, con las consiguientes consecuencias nocivas para la persona, pues primero son prácticas que carecen de sustento cientifico.
Además de ser incompatibles con los valores cristianos y la concepción sobre el ser humano creado a imagen de Dios, y el respeto a la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.
Además, de que dichas prácticas pueden alentar en la población prácticas supersticiosas que no conducen ni a su salud psicológica ni espiritual.
El psicólogo católico ante los retos actuales
El momento histórico actual nos coloca a los psicólogos católicos ante el impostergable compromiso ético y moral, de un ejercicio profesional congruente con los valores cristianos.
Con la concepción integral de la persona fundamentada en la Antropologia Cristiana, para poder conocer cabalmente al hombre en sus capacidades distintivas como son la creatividad.
La criticidad, la libertad, la afectividad, la solidaridad y apertura a la trascendencia.
La Psicología Cientifica, como señaló el Dr. Ignacio Andereggen, teólogo, filósofo y psicólogo católico argentino, en una de las Jornadas de Psicología Cristiana, celebradas en la Universidad Católica de Buenos Aires, no puede prescindir de la fe, si considera al hombre real en su tendencia a un fin, a un sentido.
Por su parte, el Dr. Viktor Frankl, padre de la Logoterapia y Análisis Existencial, resalta esa unidad tridimensional e indivisible del ser humano, formado por las dimensiones corpórea, psíquica y espiritual.
Acuerdo con Frankl, es precisamente por esta dimensión espiritual que el hombre puede realizar su libertad, el amor.
Dar un sentido a su vida y abrirse al sentido último y plenificante que es la relación con el Absoluto, con Dios, que reorienta y resignifica la existencia humana, siempre sedienta de lo trascendente.
En uno de sus encuentros con psicólogos, San Juan Pablo II, resaltó también, la apremiante necesidad de que la Psicologia, por tratar directamente al hombre, dialogue con una recta Filosofia y Teologia.
Por lo tanto, ser psicólogo católico implica un ejercicio profesional iluminado y guiado por la Antropología y valores cristianos
Nutrirse, estudiar e integrar en la preparación universitaria y en la actividad profesional, el pensamiento y aportaciones de grandes humanistas católicos.
Como Santo Tomás de Aquino, San Agustín de Hipona, San Ignacio de Loyola, San Juan Pablo II y Santa Edith Stein.
Y en nuestra realidad nacional e histórica como mexicanos, del pensamiento humanista del Obispo Vasco de Quiroga, entre otros.
Ser un psicólogo católico nos interpela a ver en el prójimo el rostro del Cristo doliente, que dignifica la existencia del hombre, al hacerlo a su imagen y semejanza, y dar un sentido trascendente al sufrimiento humano.
Ser un psicólogo católico es tener consciencia de los retos que nos plantea el México de hoy, como profesionistas y como mexicanos.
Ser un psicólogo católico, como nos dice el teólogo y logoterapéuta italiano, Eugenio Fizzotti, es tener plena consciencia de que el hombre solo vive en plenitud, si se orienta hacia algo más allá de sí mismo: el amor a Dios y al prójimo.
«El ser humano y su conducta, no puede ser enmarcado en paradigmas y modelos reduccionistas»
Requiere de un estudio interdisciplinario entre la Psicología y disciplinas afines, entre las que se encuentran la Filosofia, la Educación, la Sociología y desde luego la importancia de integrar los avances que sobre el hombre se tienen en Neurología y Fisiología.
Para comprender más cabalmente a la persona, su conducta, su desarrollo humano integral y el dilema existencial del ser humano de este milenio.
Que reclaman a Universidades y profesionistas católicos a realizar un diálogo permanente e interdisciplinario entre Fe, Ciencia, Cultura y Sociedad.
Es indiscutible la responsabilidad de las Universidades fundamentadas en un Humanismo de Inspiración Cristiana.
Como eje central de su Filosofia Educativa, de tener un papel protagónico en la formación humana de la población en general, ser un faro de luz en esta turbulencia.
Que oriente a la persona, a la familia y sociedad hacia valores eternos y trascendentes, en «sociedad liquida», de que nos hablaba el filósofo y sociológo británico-poláco Zygmunt Bauman.
Y cuyas consecuencias estamos viviendo en el alto índice de adicciones, trastornos afectivos, soledad, sentimientos de vacío y lamentablemente suicidios, incluso en edades tempranas.
Resulta clara la importancia de un estudio del ser humano
En cuanto unidad tridimensional fisico-psíquico-espiritual, para una praxis psicológica congruente con su naturaleza tridimensional.
Por lo tanto, es imprescindible el desarrollo de investigaciones en el campo de la Psicología Clínica, así como Educativa y Social, que sienten las bases para nuevos modelos psicológicos para la prevención e intervención psicológica en los diferentes sectores de la población.
Finalmente, hay que tener presente que no se trata de hacer una Psicologia al margen de los avances de la disciplina, sino que el psicólogo tenga las herramientas para un ejercicio congruente con los valores cristianos.
Que pueda hacer un recto discernimiento en el ejercicio de su profesión, que sea promotor de los valores cristianos y defensor de la dignidad inalienable de la persona, bajo cualquier circunstancia.