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“Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía”

Jeremías 1, 5

«Ya te conocía». Nos habla del llamado que Dios le hace a él, pero la palabra de Dios no tiene vigencia y a nosotros nos hace el mismo llamado y no solo eso sino que nos acoge, nos pide que nos dejemos amar como un pequeño en brazos de su Padre.

Nuestro Padre

Imaginemos a Dios pensando en cada uno de nosotros, en cómo le gustaría que fuera nuestro rostro, nuestros ojos que color tendrían y que forma, nuestra nariz, la forma de nuestros labios, el color de nuestra piel.

En fin pensando en cada detalle con el más grande amor, te invito a pensar un momento en esta escena, dejarte amar y mirar por tu Padre.

Ahora que te ha formado, piensa en todo lo que tuvo que pasar para que tus abuelos y tus padres se conocieran para que hoy estés tu aquí, definitivamente no ha sido casualidad nosotros somos obra del plan perfecto de Dios.

Quizá no sabemos exactamente cómo fue que nuestros antepasados se conocieron pero te invito nuevamente a quedarte un momento e imaginar cómo fue la historia hasta tu llegada.

A lo mejor la que conoces tiene momentos no tan felices, por esta vez vamos a pensar solo desde el amor con el que Dios decidió escribir nuestra historia.

A veces nos es difícil esta relación de hijos con Dios, no por que Él sea un Padre difícil, sino por nosotros que nos olvidamos que somos sus hijos y si no lo olvidamos, nos cuesta sentirnos amados por Él, sentirnos incluso mirados.

Porque quizá no recibimos eso de nuestros padres aquí en la tierra, pero ahora podemos ver el amor de Dios de manera tangible en su palabra y empezar a partir de ahí. 

La misión

Continuando con este versículo nos dice: “antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones”.

Es decir que además nos ha creado y enviado con una misión la cual se fundamenta en el amor y está completamente relacionada con nuestra vocación la cual hoy día tenemos tan olvidada.

Sin duda estas palabras se confirman en nuestro bautismo por el cual nos hacemos sacerdotes, profetas y reyes.

Nuestra misión no difiere mucho de cómo la llevaron a cabo los primeros profetas, hoy día también hace falta llevar el mensaje de paz y de amor a tantos lugares, no solo naciones.

Embarazo y adviento, embarazo tiempo de espera, ya te conocía

Sino empezar por nuestra familia, nuestro círculo de amigos, en nuestros trabajos, en aquel que necesita saber y escuchar que hay alguien que lo ama infinitamente, que también tiene una misión, que nuestro Dios está vivo en cada uno de nosotros así como su mensaje.

Espero que esta pequeña reflexión te ayude a recordar que no hay nadie en la tierra que nos conozca mejor que Él.

Por eso no dudes en correr a sus brazos no solo en las dificultades, también en las alegrías búscalo y agradécele y confía en que su plan es mejor que cualquier otro que tú y yo podamos tener.

Oración 

Padre, te doy gracias por crearme, amarme y permanecer a mi lado, que no me olvide de mi misión en esta tierra, ayúdame a discernir aquella vocación a la que me llamas para en ella servir en el amor.

Autora: Gabriela Saraí

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