Antes que nada, hoy que se celebra el “Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo”, te compartimos una guía de síntomas para poder detectarlo tempranamente.
¿Qué es el autismo?
Primeramente, el autismo es una condición neurobiológica congénita, en la que los procesos neuronales encargados de la actividad mental, como las emociones, la memoria o los pensamientos, presentan alteraciones funcionales.
Esto se origina durante la etapa de crecimiento y desarrollo neuronal, manifestando afectaciones desde los primeros años de vida.
Por lo general, este trastorno puede detectarse antes de los 3 años.
Pues, los padres o cuidadores son los primeros en identificar las señales de alerta, pues notan severas dificultades en el comportamiento, lenguaje, aprendizaje e interacción social.
Posteriormente, ellos pueden ver en sus pequeños el gran interés en actividades repetitivas, así como su necesidad de rutinas (pues estas, les proporcionan seguridad y disminuyen el estrés ante un cambio).
Ciertamente, el diagnóstico de los TEA o Trastornos del Espectro Autista (autismo), debe realizarse a partir de la evaluación clínica completa de uno o varios profesionales, basándose en los criterios consensuados internacionalmente.
A través de la aplicación de pruebas como Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo (ADOS), Entrevista para el Diagnóstico del Autismo (ADI), Cociente de Espectro Autista (AQ), entre otras.
Entonces, te presentamos a continuación algunos de los principales signos de alerta para detectar a tiempo los síntomas durante los primeros 24 meses.
9 MESES
Cuando los padres o cuidadores le señalan algún objeto (que le es familiar), para que lo mire, suelen no seguirlo con la mirada.
12 MESES
No intenta obtener objetos fuera de su alcance, tampoco los señala o tiene contacto visual con sus cuidadores intentando decir: “Mira ese objeto, dámelo”
Disminución y ausencia tanto de balbuceo como de gesticulaciones (como decir adiós con la mano).
15 MESES
Cuando habla con alguien, no suele establecer contacto visual. Si alguien quiere tomarlo en brazos, no extiende los suyos anticipadamente.
No muestra interés en compartir actividades u objetos (atención compartida). No responde de forma consistente a su nombre o a indicaciones simples.
A los 16 meses no dice palabras simples con sentido como “papá o mamá”
18 MESES
No señala partes de su cuerpo, no hace juego simbólico (ej. jugar al teléfono). No trae objetos a los adultos con la finalidad de mostrárselos únicamente. No dice algunas palabras con significado.
24 MESES
En niños más grandes, también se puede observar:
Conducta:
- Se interesa por las partes de los objetos (aspas del ventilador, ruedas de un carro)
- Tiende a subir y bajar escaleras de forma repetitiva
- Dificultad ante los cambios de rutina
- Se ríe sin una aparente causa
- Corre constantemente de un lado al otro
- Tiene dificultades para dormir
- Hace berrinches sin una explicación aparente
- Presenta hiperactividad
- Le gusta apilar o alinear sus juguetes
Habilidades sociales:
- No establece contacto visual
- Tiende a alejarse de otras personas
- Cuando interactúa o lo hace con dificultad
- Exagera o minimiza sus respuestas emocionales
Comunicación:
- Toma de la mano al adulto para llevarlo a lo que necesita
- No habla o no lo hace de manera funcional.
- No habla en primera persona
- Tiende a repetir lo que escucha
Sensoriales:
- Observa fijamente objetos que giran o superficies reflejantes.
- Mastica o muerde objetos
- Le irritan los ruidos.
- Probar nuevos alimentos parece un reto
- Se le dificulta tolerar algunas texturas u otras las toca de forma constante.
Entonces, una detección oportuna, permitirá establecer un programa de intervención temprana para promover al máximo las capacidades de desarrollo personal y social del niño.
Así como la orientación a los integrantes de su familia.
Finalmente, cierro este post con una frase bellísima del Dr. Eduardo Vargas “El mundo que todos vivimos es perfecto porque es un mundo moral, donde la imperfección física hace florecer y relucir la belleza del corazón humano”
Psicóloga Católica Liz Rodríguez.
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