Los sentimientos de culpa son el resultado de la evaluación de un hecho pasado.
Surgen cuando la persona considera que no hizo lo correcto o no hizo lo necesario en un momento determinado, y esto generó consecuencias no deseadas, ni esperadas.
Se origina en las creencias acerca de lo que “debería o tendría” que ser o hacerse.
En el duelo, a medida que el individuo avanza en su proceso, es normal que experimente sentimientos de culpa, y es necesario sanar.
No cumplir con estas expectativas genera mucha culpa
En el proceso de duelo, la culpa puede complicar su natural proceso, causando otras manifestaciones físicas, psicológicas y espirituales.
Pueden sostenerse en pensamientos sobre lo que pude haber hecho (o dejado de hacer), dicho (o dejado de decir).
. “Si lo hubiera llevado al médico antes…”
“Por qué no me di cuenta de su estado…”
“Por qué no impedí a mi hijo salir con la moto o el coche…”
“Debería haberle dicho más a menudo que lo amaba…”
De esta manera, la culpa se concreta en voces interiores acusadoras, en reproches que nos lanzamos casi de continuo.
Algunos se sienten culpables:
- Por no sentir la cantidad de tristeza que consideran apropiada.
- Por no tener un comportamiento de duelo que “se espera” socialmente,
- Por dejar de pensar continuamente en su familiar fallecido.
- Otros sienten culpa por estar vivos o por empezar a sentirse mejor.
La culpa racional le permitirá evaluar, en su justa dimensión, qué hizo o cree haber dejado de hacer para afectar negativamente a otros.
De esta manera comenzará a reconciliarse con su pasado.
Sin embargo, en gran número de ocasiones, aparece la culpa irracional que surge cuando nos culpamos a nosotros mismos por todo o culpamos al otro sistemáticamente.
Lo que puede ocasionar que el duelo se arrastre por meses o hasta años, sin haber sido procesado o elaborado adecuadamente. La culpa irracional es la que:
- Nos roba el presente.
- Nos mantiene atados al pasado.
- Nos asusta con respecto al futuro.
La muerte de un ser querido nos deja sin la posibilidad de enmendar los errores cometidos.
Nos confronta con las oportunidades ahora no realizables de pedir perdón.
Los sentimientos de culpa causan mucho dolor y pueden convertirse en nuestro peor enemigo
Sean cuales sean las razones, este sentimiento es, en su mayor parte, inconsciente (tal vez irracional) y se centra en las circunstancias de la muerte.
El suicidio o las muertes súbitas y violentas son las que más desatan esos sentimientos.
En caso de suicidio, los dolientes tienen serias dificultades para perdonar al ser querido que tomó tal decisión. O bien se culpa a sí mismos por no haberse dado cuenta a tiempo.
También existe la culpa real
Es decir, debido a las conductas inadecuadas en exceso o en carencia con el fallecido.
Humanamente la persona necesita aceptarse con las propias imperfecciones, reconocer sus limitaciones y errores, por la propia humanidad; a perdonarse y a pedir perdón. Pedir el apoyo profesional ‘tanatológico para sanar emocionalmente.
Espiritualmente: Es necesario reconocer, explorar y expresar estos sentimientos de culpa, acudir al sacramento de la confesión y sanar recibiendo el sacramento de la Eucaristía.
Señor ayuda a saber reconocer mis limitaciones, reconocer que necesito de ayuda humana y espiritual, para sanar el sentimiento de culpa en mí proceso de duelo.
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