Hermanas y hermanos, el inicio de la liturgia nos lleva a considerar el momento en que Jesús entra a Jerusalen: Domingo de Ramos.
En medio de gritos de triunfo y de la expresión del movimiento de los ramos, de las palmas.
Y como dicen algunos comentaristas, también tirando los mantos como señal de que nosotros queremos acompañar a Cristo en esta Cuaresma que queremos seguir con él.
“Caminemos con Cristo”
La iglesia quiere invitarnos a que salgamos al encuentro del Señor. Durante la Cuaresma, hemos procurado vaciar nuestro corazón de todo afecto desordenado, de todo aquello que impida el que nosotros podamos reibir la Palabra de Dios.
Así que podemos decir, tenemos el corazón y las manos dispuestas. Abramos las puertas de nuestra vida.
Puesto que tenemos nuestras manos vacías, abramos las puertas de nuestra consciencia, abramos las puertas de nuestro corazón.
La vivencia del Domingo de Ramos
Y como hemos escuchado, apenas cuatro días después de la etrada triunfal, Jesús es arrestado, es juzgado, es condenado a muerte.
Ningún sufrimiento se le ahorra, es como hemos escuchado en el Evangelio de San Marcos, Jesús es objeto de humillaciones, de burlas, de torturas muy crueles.
Ojalá que en estos días, meditemos con calma el gran acontecimiento de la Pasión de Cristo y que en lo profundo de nuestra consciencia, de nuestro interior, se deje iluminar con la luz de la Palabra de Dios.
De modo que quede en su luz nuestros pensamientos, nuestros proyectos, nuestras inquietudes.
Ojalá que tengamos cada uno de nosotros, el propósito de responder, de corresponder a Cristo.
Estas formas que no entendemos cómo el quiere mostrarnos el amor, el Amor del Padre y el Amor que él nos tiene.
Y si dijéramos, cómo nosotros podemos corresponder, quisiera mencionar tres maneras:
- Cristo mismo nos dejó su presencia en la sagrada escritura. Meditando constantemente la Palabra, sobre todo en estos días de manera particular, la Pasión de Jesús.
- Él se quedó con nosotros en los sacramentos, de manera particular, el regalo maravilloso de la santa Eucaristía, que celebramos como un alimento los domingos de manera particular.
- Él mismo nos hizo esta manifestación; que Cristo esta en cada persona, y que estamos llamados a servirlo, de manera particular en los pobres, en los abandonados, en los que no tienen quién vele por ellos.
En un mundo violento, pero el mundo en el que vivimos es igualmente violento.
Cristo nos enseña que cada persona es sagrada, no podemos maltratarla, por eso él se entrega por nosotros.
Y aquel sufrimiento que miramos en Cristo, nos permite descubrir o tenerlo como una llave que nos permite adentrarnos al misterio de Dios y penetrar también el secreto de nosotros los humanos.
El sufrimiento, hermanos y hermanas, queridas niñas y queridos niños, es como un crisol, como una lámpara poderosa en medio de la noche.
Que nos permite descubrir nuestras convicciones profundas, nuestros proyectos, nuestras alegrías, nuestros temores y esperanzas.
“Somos poco dados a mirar nuestro interior”
Por eso, la invitación durante estos días miremos nuestro interior en la luz de Cristo.
Mirémoslo en esa luz poderosa que es el sufrimiento humano, en particular el sufrimiento de Cristo.
Hermanas y hermanos, creo que Dios a través del evangelista San Marcos, quiere enseñarnos que Jesús debe morir no solo para dejarnos enseñanzas edificantes.
Por ejemplo: la humildad, la renuncia, el sacrificio, sino que Jesús debe morir para salvarnos a todos, para salvar a la humanidad, para alcanzarnos el perdón de nuestros pecados.
Para reconciliarnos con Dios y llevarnos a la fuente de la vida plena, de la vida verdadera.
Hermanas y hermanos, que estos días en los que celebramos la Semana Santa.
Gocemos de la luz de la Palabra de Dios y participemos en los eventos que la iglesia nos ofrece.
Para adentrarnos y experimentemos el amor infinito que Dios nos ha mostrado y nos sigue mostrando en su hijo Jesucristo. Amén.
Misa Pontifical del Domingo de Ramos de la Pasión del Señor. Presidida por el Excmo. y Rvdo. S. Dr. Don Andrés Vargas Peña, Obispo de Xochimilco, de la Santa Iglesia Catedral de Xochimilco.
