La pornografía como llaga social
La pornografía se ha convertido en una llaga abierta en la sociedad contemporánea, afectando a personas de todas las edades y con consecuencias significativas en la mente, las emociones y la vida social.
Este tema fue abordado por Ángel Barahona Plaza, Catedrático de Teología Fundamental, en su conferencia “Pornografía: llaga abierta en la sociedad de la liberación sexual” durante el VI Congreso Online de Educadores Católicos “La educación del corazón” de la Universidad Francisco de Vitoria.
La Revolución Sexual de los años 60 prometía liberar la sexualidad y eliminar los supuestos males de la represión moral. Sin embargo, lo que se ha generado es un aumento del caos en las relaciones de pareja, la soledad, hijos sin padre y la cosificación de los seres humanos.
Evolución histórica de la sexualidad
Ángel Barahona Plaza describe cómo la sexualidad ha evolucionado a lo largo de las décadas:
- Años 60: Sexo sin hijos.
- Años 70: Sexo y matrimonio.
- Años 80: Sexo sin amor.
- Años 90: Sexo indiferente.
- Siglo XXI: Sexo sin alteridad, con virtualidad y anonimato en plataformas como OnlyFans.
Hoy incluso existen formas de relación como el “Living Apart Together”, donde las parejas conviven separadas y mantienen contacto sexual únicamente, reflejando la desconexión afectiva y la superficialidad de la sexualidad moderna.
La exposición constante a cuerpos desnudos en medios audiovisuales y publicidad contribuye a una hipersexualización que afecta la percepción de la intimidad y el deseo.
Efectos de la pornografía en la mente y el corazón
El consumo de pornografía genera un daño profundo en la mente y el corazón. Según Barahona Plaza:
- Dependencia y adicción: La gratificación sexual repetitiva activa mecanismos cerebrales que generan compulsión.
- Problemas emocionales: Aumento de la agresividad, insatisfacción y dificultades en relaciones de pareja.
- Alteraciones neurobiológicas: Deterioro en la memoria, atención y capacidad de toma de decisiones.
- Distorsión de la percepción del otro: La sexualidad se convierte en consumo y la persona en objeto.
El caso de la cantante Billie Eilish ilustra estos efectos: desde los 11 años fue expuesta a contenidos pornográficos, lo que dejó secuelas profundas en su desarrollo emocional y psicológico, incluyendo pesadillas y afectación en su autoestima y relaciones.
Consecuencias sociales y culturales
La pornografía no solo impacta al individuo, sino que también moldea la sociedad:
- Normaliza la violencia y la cosificación de las personas.
- Promueve conductas sexuales de riesgo, abuso, embarazos no deseados y consumo de drogas o alcohol.
- Distorsiona la percepción del amor y la intimidad, reemplazando relaciones auténticas por gratificación superficial.
- Genera un círculo de insatisfacción, dependencia y deterioro de relaciones.
Barahona Plaza afirma que la pornografía es un malestar cultural, no causado por la represión, sino por una liberación sexual mal entendida, y que requiere intervención educativa, familiar y pastoral.
Educación del deseo: la propuesta cristiana
Frente a este panorama, el ponente propone la educación del deseo basada en valores cristianos, que busca orientar la sexualidad hacia el amor verdadero y respetuoso. Esto incluye:
- Reconocer la sexualidad como don y expresión de amor, no como consumo.
- Desarrollar vínculos afectivos respetuosos y sanos.
- Valorar las relaciones auténticas por encima de la gratificación virtual.
- Comprender la diferencia entre placer y amor genuino, evitando la dependencia y la superficialidad.
La educación del deseo permite proteger a jóvenes y adultos de la adicción a la pornografía y fomenta relaciones basadas en respeto, verdad y libertad mutua.
Volver a las esencias del amor cristiano
La solución, según Barahona Plaza, implica recuperar el amor judeocristiano, un amor de entrega y generosidad:
- Priorizar la libertad y dignidad del otro sobre el propio beneficio.
- Construir relaciones basadas en la verdad y la sinceridad, no en el narcisismo.
- Practicar un amor gratuito y generoso, que no espera reciprocidad.
Este enfoque permite vivir una sexualidad plena, donde el deseo y el afecto se integran con valores morales, respeto mutuo y felicidad genuina, liberando a las personas de la dependencia de experiencias virtuales.
Reflexión final
La pornografía es una herida profunda en nuestra sociedad, con efectos que van desde la adicción hasta la alteración de la percepción del amor y las relaciones.
Ángel Barahona Plaza destaca que sólo mediante la educación del corazón y del deseo podemos guiar a las nuevas generaciones hacia una sexualidad auténtica y relaciones afectivas sanas.
La responsabilidad recae en padres, educadores y comunidades, quienes deben acompañar a jóvenes y adultos, enseñar la belleza de un amor auténtico y rescatar la sexualidad del vacío, la superficialidad y la dependencia tecnológica.
Nota editorial.
El presente artículo refleja las ideas expuestas por Ángel Barahona Plaza durante su conferencia “Pornografía: llaga abierta en la sociedad de la liberación sexual”, impartida en el VI Congreso para Educadores de la Universidad Francisco de Vitoria.
El contenido no necesariamente representa la posición oficial de catholizare.com, sino que busca difundir y reflexionar sobre los aportes de la conferencia desde una perspectiva de psicología y espiritualidad católica.








