Este 10 de septiembre es el día mundial de la prevención del suicidio. Por lo que quise traerte en esta ocasión este tema.
Es importante que todos los sectores de la sociedad participemos en la prevenir, detectar y acompañar adecuadamente a quienes pueden padecer aspectos de riesgo y a sus adultos de referencia.
Propongo tres puntos, para abordar estos temas:
- Informarnos, conocer realidades y desmitificar la conducta autolesiva y la conducta suicida, para realmente poder abordar esta situación en nuestras familias y/o centros educativos formando al personal docente y cualquier educador o adulto que acompañe a los jóvenes.
- Promover y fomentar la prevención de las autolesiones y el suicidio desde la sinergia entre familias, centros educativos, servicios de salud mental, asociaciones y plataformas que suicidio desde todas las facetas. Es importante remar todos en la misma dirección.
- Promover y fomentar la cultura del acompañamiento en las familias, que puedan acercarse a un profesional en los temas de familia, de prevención de adicciones y conductas de riesgo, para poder detectar las conductas de riesgo.
¿Qué son las autolesiones?
Un fenómeno creciente entre adolescentes y jóvenes que, a menuda, se trata de ocultar.
Las circunstancias que las rodean hacen que muchas veces sea complicado intervenir desde el ámbito familiar o educativo.
Estamos convencidos de que en lo humano todo tiene una causa. Por eso, nuestra misión es ir más allá del comportamiento (la herida autoinflingida) para adentrarnos en la interioridad de la persona que llega a herirse a sí misma.
Las autolesiones, es un fenómeno creciente entre adolescentes y jóvenes que, a menudo, se trata de ocultar.
Las circunstancias que las rodean hacen que muchas veces sea complicado intervenir desde el ámbito familiar o educativo.
Ir más allá del comportamiento (las autolesiones no necesariamente se realizan provocando una herida autoinfligida, existen otras conductas que también entran en esta categoría como la anorexia, bulimia y adicciones) para adentrarnos en la interioridad de la persona que llega a herirse a sí misma.
Es posible aprender a mirar más allá de la autolesión para salir al encuentro de la persona y su realidad.
Introducirnos en esta realidad silenciada, es difícil, pensamos que si no hablamos de ello nunca nos tocara de cerca.
Es muy común no hablar de lo que nos acontece, de nuestras emociones, pero sobre todo de aquellas que nos generan dolor o sufrimiento.
Justo por ello, para romper los mitos y prejuicios es preciso hablar con delicadeza, pero con rigor y claridad de estos temas.
Debemos reconocer que se ha convertido en un grave problema de salud pública que afecta cada vez a más familias. Para poder abordar esta realidad habrá que indagar.
Dañar el cuerpo sin llegar al suicidio, es una forma disfuncional de afrontamiento de la tensión emocional, que potencialmente puede convertirse en habito.
La autolesión comunica algo interno
Siempre cumple una función que mientras no se desactive, seguirá provocando la conducta.
No se trata de mirar la herida, sino mirar a la persona integralmente, acompañarla y sobre todo saber escuchar sus mensajes verbales y no verbales, de revisar su historia de vida en la que se ha generado.
La OMS reconoce que el suicidio es una prioridad para la salud pública. En 2014 se publicó el primer informe mundial de la OMS sobre esta cuestión, titulado: «Prevención del suicidio: un imperativo global»
Solo estarás mejor si te dejas ayudar, sanación interior, no saber gestionar lo que pasa, no puedes sola, necesitas ayuda.
En la actualidad y después de pandemia esta estadística de duplicó
Cada estadística, cada número esconde una persona, una familia, un hogar o centro educativo.
Estas conductas esconden grandes sufrimientos, grandes carencias en la resolución de conflictos, tolerancia a la frustración, escasos recursos internos y externos.
No siempre es un trastorno mental, no es por llamar la atención, no es una conducta irracional, no solo sirve para generar un tipo de alivio.
Abrir esta puerta de manera delicadamente, para ayudar a las familias a detectar autolesiones y conductas de riesgo suicida en sus hijos.
Que se den la oportunidad de dejarse guiar y acompañar por profesionales de la conducta humana, de cómo escuchar de manera asertiva y cómo acompañar de forma adecuada a sus hijos en sus diferentes etapas de vida.
Al detectar una autolesión es preciso comprender y situar la realidad de lo que pueda estar viviendo el joven, además de situar nuestra realidad familiar.
Hablar del suicidio no es solo hablar de la muerte, sino de vida y esperanza
Porque el valor último reside en ellas y en la capacidad de generar y despertar sentido en la existencia de personas que pueden ser salvadas, de motivos para generar redes familiares, escolares y sociales concienciadas y dispuestas a acoger las dificultades y superarlas juntos.
Pero para ello es necesario saber de qué hablamos cuando se habla del suicidio, a pesar del silencio, construir relatos y creencias positivos.
Entender las múltiples causas que podrían estar detrás o alrededor de esta conducta, así como otras circunstancias que podrían ayudar a evitarlo.
El problema del suicidio no solo tiene que ver con el silencio, sino con las ideas preconcebidas que aún permanecen como falsas creencias.
Es preciso, además de desmontar estas falsedades, construir un relato verdadero que ayude mejor a prevenir.
Todos juntos podemos contribuir a que cada vez sea más verosímil la creencia de que el suicidio se puede prevenir.
El suicidio es una realidad multifactorial difícil de explicar en cada caso. “El suicidio es una solución permanente a un problema temporal” (Durkheim).
¿Cómo prevenirlo?
Es posible aumentar el grado de prevención del suicidio siguiendo los pasos adecuados.
Quienes conviven y están alrededor de la persona en riesgo constituyen la primera y más importante línea de detección.
Entre las señales de alarma, algunos son verbales, pero otras no. Es preciso reconocer y detectar ambas señales.
Las señales no deben ser tomadas como llamadas de atención sino como peticiones de ayuda.
Abordar el posible suicidio de un ser querido, como un hijo, puede suscitar sentimientos de negación, incomprensión, miedo o culpa en los padres
Mi deseo es que puedas reflexionar sobre tus dinámicas y conductas familiares, que puedas tener claro los criterios de prevención y detección de riesgos, para que tengas criterios de actuación más adecuados.
Que conozcas a tus hijos, para identifiques cualquier alteración de las señales verbales y no verbales que podrían mostrar quienes están sufriendo.
Tanto como para no ver otra salida, de permitirme, abrir la puerta de tu hogar para abordar la detección y acompañamiento hacia una ayuda terapéutica.
“Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46, 1).
El objetivo será poder acompañar adecuadamente al joven y a su familia
El suicidio no es culpa de nadie, pero sí responsabilidad de todos. ¡No estamos solos!
- Desde el ámbito del centro educativo, debemos ahora entender la necesidad que tienen de dotarse de un protocolo establecido de prevención y detección de la conducta suicida.
- Además de los protocolos, resulta esencial contar con personal debidamente formado para actuar en consecuencia.
La activación del protocolo ante un caso debe establecer cuatro ámbitos en los que desarrollarse, protegiendo la integridad e intimidad del alumno y su familia.
De vuelta al ámbito doméstico, dirigimos una mirada de misericordia que busca el mejor modo de acompañar a las familias ante un hecho tan trágico como el suicidio.
- Comprenderemos distintas ideas erróneas que aparecen con respecto a este tipo de duelo, así como el necesario manejo de la culpa, especialmente en el caso de los padres ante la pérdida de un hijo.
A veces puede ser difícil, por no decir casi imposible, detectar las señales: ni los expertos pueden hacerlo siempre a tiempo.