Encuentro con el corazón noble
Este fin de semana tuve el regalo de poder asistir a un retiro en el cual el propósito era ese encuentro con el niño interior, con el fin de poder escuchar, ver, acompañar y sanar a esa niña que vive dentro de mí.
Ha sido un regalo de Dios porque sentí su presencia en todo momento.
Hoy decido compartir esta experiencia que para mí ha sido un fin de semana de mucho trabajo interior, sentimientos y sobre todo de mucha bendición.
Y pienso que muchos de nosotros al llegar a la vida adulta (sin importar el estado de vida), nos hemos olvidado de ese pequeño que nunca se fue.
Pero que en algún momento decidimos ignorar, esconder o bien lo obligamos a mantenerse dormido casi como si hubiera muerto y que necesario es poder seguir en contacto con nuestro niño interior.
¿Te acuerdas como reaccionabas ante un suceso emocionante cuando eras niño?
Yo recuerdo gritar con alegría, hacer algún baile de triunfo, reír, reflejar esa emoción con una sonrisa de esas que muestran todos los dientes.
Sin embargo mientras iba creciendo deje de reaccionar de esta manera, por pena, por pensar que dirían los demás de mi comportamiento.
Puede ser por algún comentario que escuchamos de pequeños por parte de nuestros padres o de cualquier persona cercana y así es como poco a poco vamos ocultando a nuestro niño interior.
¿Qué pasa cuando dejamos actuar a ese niño interior?
Un niño normalmente no guarda rencor, perdona más fácilmente, se maravilla ante lo más simple de la vida, es espontaneo, creativo, se permite llorar, reír, sin detenerse tanto a pensar en cómo lo ven otros, y esta lista puede seguir.
Imagina si muchas de estas cosas las siguiéramos empleando en nuestra vida adulta, que ligeras se sentirían muchas de nuestras actividades.
Algunas situaciones las podríamos ver por el lado bueno y no por el malo permitiéndonos enfocarnos en eso y a partir de ahí buscar una solución.
Para esto es importante encontrarte nuevamente con este niño interior, tener dispuesto el corazón para escucharlo
Algo que sin duda no debe quedarse solo en un retiro de un fin de semana, sino poder hacerlo cada día, en las pequeñas y grandes cosas, volver a esa espontaneidad, a la pureza de ese corazón.
Toma un momento para encontrarte con tu niño interior, ¿Qué disfrutaba hacer?, ¿Cuál era su comida favorita?, ¿Qué quería ser de grande?.
¿Cuál era su color favorito?, ¿Qué te gustaría decirle?, ¿Qué tiene ese pequeño para decirte?, ¿Qué actividades crees que hoy día te ayudan a conectar con ese niño?
Oración:
Señor Jesús tu que dijiste “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios”.
Ayúdame a encontrarme con esa pequeña que vive en mí, a no esconderla más y así caminar de tu mano dando pasos seguros que me lleven a la sanación, para poder servirte, escucharte y amarte cada día más como tú me amas. Amén
Autora: Gabriela Saraí