¿Qué relación tiene la Eucaristía con el matrimonio?
Los dos son un Sacramento, pero ¿qué los hace parecidos? Parece que de primera instancia no tienen nada que ver, pero Jesús en la Eucaristía es la mejor escuela de amor y de entrega por la humanidad.
Para esta reflexión nos situamos en el jueves santo, allí es donde Jesús instituye la Eucaristía y nos deja otras lecciones de amor.
4 claves:
Aquí les vamos a dar las 4 claves en las que la Eucaristía nos ayuda a vivir la vocación del matrimonio, allí veremos la relación que tienen uno con el otro.
1) Ambos son un sacramento
¿Qué es un sacramento? Como muchos de ustedes saben, un sacramento es un signo visible de una gracia invisible y estamos llamados a algo muy grande en el matrimonio:
Hacer visible esa gracia que no se puede ver y que Dios nos la regala desde aquel momento en que decidimos decir: ¡sí! para toda la vida.
Recordemos que el matrimonio es un camino, un proceso que va a hacer visible esta gracia.
¿Qué quiere decir esto?
Que de la misma manera en que la Eucaristía, al momento de ser consagrada, se convierte (es un gesto visible lo que el sacerdote hace) y sabemos que Jesús está allí en la Eucaristía consagrada.
También en el sacramento del matrimonio, cuando decidimos hacer nuestros votos (esas promesas que recordarán del día en que se casaron), en ese momento pasa a ser un sacramento.
Estamos llamados a que, en el camino, vayamos mostrando esa gracia que Dios nos da, no por nuestras fuerzas y nuestras capacidades solamente sino precisamente para mostrar que es Dios quien camina con nosotros a lo largo de esta aventura llamada matrimonio.
Es como que Dios nos reviste, nos da un traje nuevo, sólo que no se ve, es algo invisible y tiene un super poder, pero ese poder sólo va a salir si lo vamos trabajando, si lo vamos puliendo para que brille.
El matrimonio es don y tarea, no es que nos casamos y ya todo está hecho ¡magia! No, no, no, esto es una tarea. Dios necesita del hombre para que pueda también hacer su obra.
2) Entrega
Jesús en la Eucaristía se parte por la humanidad, sale de sí mismo y se queda en ese pedacito de pan.
Esa es la invitación que nos hace en el matrimonio, partirse por el otro, salir de nuestro egoísmo, salir de lo que conocemos.
Sabemos que esto no es nada fácil ni sencillo. Imagínense, romper nuestro yo, nuestro egoísmo; pues a eso nos invita la Eucaristía, a vivir cada día rompiéndonos, partiéndonos, para poder darnos con el otro.
Así como Jesús lo hace en cada Eucaristía, se ofrece como sacrificio por nosotros por amor. Tiene un sentido, una intención que es el amor al otro, a la familia y para contagiar a otros matrimonios.
¿Cómo se puede hacer?
Desde actos muy sencillos como lavar trastes, jugar con los hijos, trabajar, o renunciar a algún tiempo extra por estar con la familia. La prioridad es el matrimonio y la familia.
Vimos en la Biblia que Jesús rechaza la cruz, no la quiere, en el Getsemaní le pide a su Padre que si es posible le quite ese cáliz y después de dialogarlo con Él, la acepta y la abraza, porque sabe que esa es su misión y lo que dará mayor fruto.
La entrega no es sencilla, seguramente muchos de ustedes lo han experimentado o posiblemente en este momento lo están experimentando.
Entregarse no es en muchas ocasiones sencillo, sobre todo cuando se trata de cosas que nos implican, que nos cuestan; porque claro, entregarnos por algo sencillo es mucho más fácil, que hacer algo que no nos implica mucho.
Pero a mí se me ocurre por ejemplo que, si hay de parte de la esposa algunos familiares con los que no nos llevamos muy bien, compañeros de trabajo a los que nos cuesta tratarles, algún vecino y tener que saludarles.
Por ejemplo, eso es la entrega, en la que yo renuncio incluso a lo que yo soy, por un bien mayor.
Queridos hermanos, busquemos una entrega cotidiana, sincera, sencilla, de corazón, pero sobre todo desde Dios, buscando en todo vivirlo con Él, porque una entrega sin Dios es pesada, pero una entrega con Él, sí que da fruto.
En la Biblia también dice que allí, en esa entrega, en ese amor se reconocerán a sus discípulos. O sea que si tú quieres seguirle se tiene que notar, se tiene que ver que Dios también está pasando por tu matrimonio.
Y, ¿cómo lo vamos a hacer? Como les decía, con pequeños actos, que por muy sencillos que parezcan eso está dando vida, está dando entrega al matrimonio.
3) Fidelidad y compromiso
Esta es una opción que hemos hecho por el esposo o por la esposa, perseverar hasta el final, estamos llamados a ello.
La fidelidad y compromiso es comprometerse con esa persona, por la que hemos apostado desde aquel momento en que nos dijimos que sí. “Sí acepto vivir contigo este proyecto nuevo”, “Sí acepto llegar contigo hasta el final”.
Recordemos aquí que Jesús es aquel que es fiel hasta el final, hasta cumplir su misión. Amar a la Iglesia hasta el extremo.
Del mismo modo que Jesús nos enseña, de ese mismo modo también nosotros estamos llamados a vivir con fidelidad.
¿Quieres ser fiel? Mira a la figura de Cristo y en ella podrás aprender mucho.
¡Sí! hasta el final, ¡sí! en las enfermedades, ¡sí! en las dificultades, ¡sí! aunque tengamos una crisis económica, aunque el desempleo aceche, o seas el más exitoso. ¡Sí! porque yo aposté por ti, desde el día en que me casé.
No es un trabajo fácil ni sencillo, pero vale la vida; tampoco sale espontáneamente. El amor no se improvisa, es un ejercicio que tenemos que hacer día con día.
4) Servicio y humildad
Jesús lava los pies a sus discípulos. ¿Recuerdan aquel pasaje en donde Pedro le dice a Jesús que no le lave, que él no merece que le sean lavados los pies?.
Pero después Jesús le contesta que, “si no, no tendrá nada que ver con Él”; entonces Pedro le dice “Señor, no sólo laves mis pies, sino también las manos y la cabeza”.
Es un acto en donde vemos a Jesús en un acto de servicio, de humildad, que se abaja a los discípulos y les lava los pies. ¿Recuerdan qué significaba lavar los pies en ese tiempo?
Me parece que es cuando entraban las personas y les lavaban los pies. Era un servicio que se les ofrecía a las visitas. Llegaban a las casas y se les ofrecía el servicio, normalmente era alguien de la servidumbre.
Pues eso es a lo que nos invita la Eucaristía en el matrimonio: lávale los pies al otro. Como el Papa Francisco, con tres palabras claves que no pueden faltar: perdón, gracias y permiso.
Con esas tres palabras estás sirviendo, estás siendo humilde con el otro. Lavarse los pies significa romper la soberbia y el orgullo (¡cómo acechan al matrimonio, son los enemigos del matrimonio!).
Lavarse los pies entre ustedes significa pedirse perdón, dejarse amar, dejarse ayudar, dar las gracias, con actos muy simples, pequeños gestos de amor, con eso podemos empezar a lavar los pies de nuestro cónyuge.
También lo podemos hacer de distintas maneras, incluso los que más cuestan. Detalles materiales y no materiales como escucharse, tenerse paciencia, aceptarse.
¿Cuántas veces perdemos la paciencia el esposo con la esposa (o al revés)?
También con las cosas que nos cuestan como dejarle descansar, hacerle el desayuno, ponerle su lunch, o hacerle el café, etc.
Es decir, un servicio mutuo, un servicio por amor. Cuando tú amas, servir no es pesado, no te cuesta.
Además, es como consentir a la persona, te pones contento por ver a tu esposo o esposa alegre porque ve su café o porque le facilitaste algo y lo ves alegre, pues eso también te deja un gozo, una alegría interna porque se están ayudando, se están consintiendo mutuamente.
Pero además hay otra cosa muy importante. Que no es solamente el servicio entre esposos, sino: como esposos servir. Servir primero hacia adentro (koinonia) y después hacia afuera (diaconía).
Como matrimonios ponernos al servicio de los demás. Colaborar en algún apostolado, grupo; ayudando o acompañando a otro matrimonio en algo que necesite. Desde lo más sencillo hasta un mayor acompañamiento tal vez.
¿De qué manera como matrimonio estamos sirviendo a Dios y a su Iglesia a través de los demás?
El matrimonio es un sacramento de servicio, y yo me pongo a pensar, ¿en la Eucaristía hoy cómo Jesús está sirviendo?
Todos los jueves hay hora santa en las parroquias, a través del contacto con la Eucaristía Jesús sirve porque sigue dando paz, sanando, atendiendo, acompañando a la gente.
Eso es lo que hace Jesús en la Eucaristía, nosotros también estamos invitados a ello en el matrimonio.
Estas cuatro claves, son las que nosotros creemos que son importantes tomar en cuenta en el matrimonio para vivir nuestra vocación, para fortalecerlo, para crecer en el amor.
Cómo dice San Pablo sean imitadores míos, como yo lo soy de Cristo. Sigamos los pasos de Cristo en la Eucaristía.
No olvidar lo que el Papa Francisco dijo recientemente a los jóvenes en Eslovaquia: la verdadera revolución es amar para toda la vida.
Oración:
Damos gracias a Dios por el regalo de la vocación al matrimonio y también por el regalo del sacramento de la Eucaristía.
Porque a través de ella, nuestros matrimonios pueden fortalecerse, tienen un modelo a seguir: el amor extremo. Gracias Señor por esto que nos invitas a vivir, en la entrega, el servicio, el darnos al extremo. Muchas gracias Jesús, porque Tú a través de esa hostia te conviertes en modelo para nosotros.
Queremos poner en tus manos Señor, nuestra mente, nuestro corazón, todos nuestros afectos para que podamos parecernos un poco más a ti, para poder estar al servicio de tu Iglesia, de tantos y tantos matrimonios que, como nosotros, buscan constantemente tu presencia y tu cercanía.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
En este link encontrarás lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la Eucaristía.