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«Quiero celebrar esta Pascua contigo»

La Pacua de Jesús con nosotros

«Quiero celebrar esta Pascua contigo» Hola que tal mi nombre es Jesús Ramos y persevero en el grupo de matrimonios de la Ciudad de México.

El día de hoy vamos a orar la cita Mc. 14, 12-26. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señor te damos gracias porque estamos aquí reunidos frente a ti.

Te pedimos envíes tu espíritu para que abra nuestro corazón y nuestro entendimiento para lo que hoy tú nos quieres con tanto amor decir.

Y nuestra cita dice así: El primer día de la fiesta en que se comen los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero pascual, sus discípulos le dijeron, ¿en dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?

Entonces Jesús mandó a dos de sus discípulos y les dijo: vayan a la ciudad y les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua.

Síganlo hasta la casa en que entre y díganle al dueño, el maestro dice, ¿dónde está mi pieza en que podré comer la pascua con mis discípulos?

Él les mostrará en el piso superior una pieza grande, amueblada y ya lista. Preparen todo para nosotros.

Los discípulos se fueron, entraron en la ciudad, encontraron las cosas tal como Jesús les había dicho, y prepararon la pascua.

Al atardecer llegó Jesús con los doce, y mientras estaban en la mesa comiendo, les dijo, les aseguro que uno de ustedes me va a entregar, uno que comparte mi pan.

Ellos se entristecieron mucho al oirlo y empezaron a preguntarse uno a uno. —¿Seré yo?—Él le respondió. —Es uno de los doce, uno que moja su pan en el plato conmigo.

El Hijo del Hombre se va, conforme dijeron de él las Escrituras, pero pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre. Sería mucho mejor para Él no haber nacido.

Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se los dio diciendo:

«Tomen, esto es mi cuerpo». Luego tomó una copa y después de dar gracias se la entregó y todos bebieron de ella, y les dijo:

«Esto es mi sangre, la sangre de la alianza que será derramada por muchos».

En verdad les digo que no volveré a probar el fruto de la Vid hasta el día en que lo beba de nuevo en el reino de Dios.

Después de cantar los himnos, se dirigieron al monte d elos Olivos.

El fruto de mi oración:

Entonces me encanta esta cita bíblica porque es muy profunda, habla de nuestra salvación, habla de la última cena, de la Pascua de Jesús con sus discípulos.

Y es que la Pascua era una celebración muy importante para los judíos, ésta se les celebraba año tras año.

Y como todo lo que se repite cada año, pues los discípulos ya tenían una idea de lo que iba a pasar, sin embargo con Jesús nada es predisible.

En ese momento la pregunta era, ¿dónde vamos a pasar la Pascua? Y Jesús contesta con una respuesta muy concreta, va a pasar esto, va a decir del piso superior, etcétera, etcétera.

Y entonces creyeron que así fue. Y es que hoy se nos invita a ese ejercicio de creer en Él, de abandonarse, de abandonarse en Jesús.

Eso es lo que se nos pide día a día, estando en contacto con Él.

Cuando hacía la composición de lugar, me imaginaba a ese Jesús que llegaba con los doce apóstoles, con sus amigos, ese Jesús con un anhelo en el corazón, de decirle tantas cosas a sus amigos, a sus apóstoles.

«Quiero celebrar esta Pascua contigo»

De esa manera, hoy Jesús quiere hablarte al corazón, quiere que confíes en Él.

Que pases con Él la Pascua, que vayas entre sus discípulos, entre sus amigos, pues Él hoy tiene cosas importantes que decirte al corazón.

Por eso Jesús habla, y habla hoy en la última cena. Esta es la cúspide, la parte más importante de esta cita, donde comienza a hablar en un diálogo de corazones que implica un encuentro con Él. 

Y cuando oraba esta cita, me daba cuenta que la última cena se trató de un encuentro con Jesús, de un encuentro muy personal.

Y es que, mientras transcurría la última cena, Jesús comienza hablando acerca de nosotros, acerca de nuestra humanidad, acerca de nuestro pecado, de nuestra traición.

Uno de ustedes me va a traicionar. Nos muestra nuestra propia miseria, nos muestra nuestra propia verdad.

Cuando habla de la traición de Judas, no sólo se refiere a Judas, se refiere a todas esas veces donde le hemos dado la espalda.

Aquellas veces donde no hemos amado a nuestro prójimo, donde no hemos amado como Él nos ha enseñado a amar.

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Jesús transforma nuestra miseria en su Misericordia

Pero reconocer esta misteria es un don de parte de Dios, mismo Jesús que nos revela estas verdades acerca de nosotros.

Sin embargo, como quien se encuentra con Dios, Jesús nunca se queda en nuestra miseria, e inmediatamente comienza a hablar de nuestra redención.

Es por eso que en esta parte de la última cena Jesús tomó el pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio a todos, incluyendo a Judas.

Y dijo, tomen, esto es mi cuerpo. Después tomó una copa y se la entregó a todos, bebiendo de ella.

Luego dijo, esta es mi sangre, la sangre de la alianza que será derramada por muchos.

Y es precisamente en este momento donde el corazón arde. Decimos gracias, Señor, gracias Padre, porque ante nuestro pecado, ante nuestra miseria, ante nuestra traición, Tú muestras misericordia por nosotros.

Pasas de largo ante nuestras faltas, y cenas con nosotros en esa Pascua de nuestras vidas

 

Anunciando así la salvación para tu pueblo y el perdón de los pecados, anunciando así el amor por nosotros tanto que das la vida por nosotros.

Algo que me llama mucho la atención es que la cena de Pascua no era una celebración triste y acartonada.

Sino que esta celebración se hacían cánticos, se avalaba a Dios, se hacían himnos, ese era el tema de la Pascua.

Y en medio de esos cánticos, de esos himnos, Jesús está dispuesto a cargar su cruz, porque sabe que todo lo que pasa es para gloria de Dios y para bien de los que aman a Dios.

Esta cita es muy profunda. Pongamos atención, abramos el corazón para escuchar lo que Dios nos quiere decir.

Que tengan un buen momento de oración.

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Jesús Ramos

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