“Soy la peor madre del mundo”
Te voy a compartir 5 puntos para poder celebrar profunda y amorosamente mi ser madre, aún en el episodio “Soy la peor madre del mundo”.
Hoy que en México celebramos el día de la madre, quisiera preguntarles: ¿Cómo lo vamos o nos lo van a celebrar?
Quizá, te lo has preguntado justo cuando te encuentras en uno de esos días titulado: “Soy la peor madre del mundo”.
Reconoces el devastador momento en el que parece que todo y todos te susurran que eres la peor madre del mundo. ¿Ha pasado por tu mente?
En el mejor de los casos, ante ese sentir, corremos a leer una Palabra de Dios, una reflexión espiritual que te diga que no lo eres.
La mayoría de las veces, experimentamos ese abrazo, incluso esa respuesta.
Y esa clave para seguir adelante, pero hay veces que parece que Dios calla, que no dice nada ante ese momento de crisis.
Inevitablemente preguntas: ¿Por qué callas? ¿Por qué? Si me basta un: — “No, no lo eres, sigue adelante” –
Aunque muchos hablan de mi ser madre, de cómo debo hacerlo, de qué hago bien, o mal; de cómo, o en qué me he vuelto equivocar.
Dios parece tomarse su tiempo, tarda en manifestar una postura rápida, alentadora o consoladora.
En esos momentos, lo que más necesitamos en verdad es poder experimentar, mágicamente que todo está bien, borrar esa idea y continuar.
Las enseñanzas de Dios.
Desde el momento en que me convertí en madre, Dios me ha enseñado muchas cosas.
En estos años recorridos con cuatro hijos varones, los que siempre puso en mi corazón, con los que soñé.
Dios me mostró mi ser madre incluso antes de serlo; sin embargo, es importante decir que en los momentos de crisis, es en los que más me ha enseñado sobre esta importante parte de mi ser.
Es en estos críticos momentos, dónde se toma su tiempo para dar una postura sobre mi título “Hoy soy la peor madre del mundo”.
Ha sido en estos momentos (no tan románticos como los pintan en los en los carteles del Día de la madre).
Donde mamá está totalmente arreglada y lista para la mágica foto en un tierno momento, donde el bebé le acaricia o donde los hijos ríen con ella.
Dios no ve mi ser madre así.
Parece que Dios tiene una visión mucho más reveladora y trascendente de mi ser madre.
Una más cercana a lo que día a día voy viviendo, por tanto, más actual, la que verdaderamente es la opción.
Ante el bombardeo en redes sociales, en donde todo y todos se pintan como, las mejores familias, los matrimonios o madres siempre felices.
Como diciendo: “Yo soy la mejor opción, la última, la más probada, osada, etc.”
Se debe decir que humanamente no hay una opción para todos, ninguna por más buena que sea es aplicable a mi familia.
En mis circunstancias, a mis hijos con sus características, a mi persona con mi historia.
Somos tan Únicos que solo Dios que nos conoce más que nosotros mismos es la opción. Por ello les comparto:
5 cosas que Dios me invita a reconocer.
Para poder celebrar profunda y amorosamente mi ser madre, aún en el episodio “Soy la peor madre del mundo”.
1. SER MADRE ES UNA OPCIÓN POSIBLE POR UN DON GENEROSO
Es que sí es verdad, ser madre es una opción, hoy todos lo sabemos, se habla de tú puedes elegir, tú puedes decidir lo quieres ¿verdad?
Creo que es sumamente importante ser conscientes de la opción que estamos ejerciendo.
Pero creo que también hay que ser sinceros y reconocer que no podemos darnos esa opción solos.
Así que esa opción surge de un generoso regalo, de un generoso don.
Siempre soñé con ser madre
Desde que recuerdo sabía cuántos hijos quería tener, siempre me creí lista para ser mamá.
Pero llegado el momento descubrí que nunca se puede estar suficientemente lista para algo que no depende 100% de ti.
Además de que siempre se asoman heridas en mí: se asomó mi miedo (no procesado) a no merecer ser madre, me urgía quedar embarazada desde el primer mes y no sucedió hasta el cuarto.
Por esa actitud no reconocida, mi esposo y yo nos hemos cuestionado si debió ser así o era mejor esperar más tiempo.
A veces en medio de todas las críticas y bombardeos respecto a cómo he vivido mi maternidad, me cuestiono.
Y no ha estado de más reconocer la planeación responsable, consiente con la que pude hacer muchas cosas mejor, no solo para mis hijos sino para mi matrimonio que es prioridad.
También reconozco que confiar una opción abierta a la vida, a Dios, me ha permitido gozar de un don, de la vida que no controlo.
No tengo que merecer: solo vivir y aprender a compartir por eso es algo que comparto con todas aquellas que se cuestionan si realmente lo quieren, cuanto deben esperar o si serán capaces de hacerlo bien.
Les digo, si bien es una opción, es un don que te ha sido dado, no solo depende de ti, es un don de Dios creador.
Lo importante es reconocer mi opción de ser madre, pero sin olvidar, que es fruto de un don generoso.
Hacer conciencia, pero también abrir el corazón a la inmensa gratitud de poder recibir esta gracia tan generosa.
2. SER MADRE ES LLEVAR UN TESORO EN VASIJAS DE BARRO
He de reconocer que la maternidad es un tesoro, un ejercicio encantador y sencillo que te invito a hacer en estas fechas.
Recordar y anotar que lo hemos experimentado cuando vimos esos ojitos abrirse por primera vez o esa manita en nuestra mejilla.
Hemos estado allí en sus logros, en su caminar, en sus crisis, en su no entender, en todo lo que hemos superado con ellos veremos que esa alegría, muy pocas cosas nos la pueden dar.
Quisiéramos que ese tesoro estuviera en una caja blindada, a prueba de todo.
De heridas personales, bombardeos de la situación del mundo y mi poca capacidad para afrontarlo, pero no es evidente el barro que le rodea.
Creemos tener claridad de nuestras debilidades
Es por lo que no te propondré a hacer una lista de esas debilidades que parece que sabes en demasía, pues me parece más interesante lanzarte el reto de ver la combinación:
Tesoro en vasija de barro, vasija con mi nombre
Con todo lo bueno y lo malo que hago, que desconozco; porque ha sido el querer de Dios, un querer que no teme que no parece preocuparle mi debilidad, porque definitivamente ha decidido ocuparse.
3. MI SER MADRE ES ALGO QUE QUIERE Y PUEDE REHACERSE TODOS LOS DÍAS
Acéptalo, cada día quieres hacerlo mejor al anterior, lo intentamos, lo buscamos y decidimos cómo.
Que si el último método aplicable, si me inscribo a otro entrenamiento, le doy seguir a la influencer en educación.
Escuchamos los consejos de nuestra mamá o amiga con el niño mejor portado del colegio…
Sabemos que todo eso es muy bueno y ayuda, sin embargo, en esos momentos de sentirse “la peor madre del mundo” no es suficiente.
Solo algo es suficiente:
Saber qué quién te creó a ti y al que tienes delante como hijo puede hacerte de nuevo, puede hacerlo todo de nuevo.
Puedes tener esa experiencia de bajar a la alfarería, que, si te rompiste, dañaste, si no lo estás haciendo bien.
Puedes bajar a la alfarería y dejar que Dios te haga de nuevo.
Nada ni nadie nos puede garantizar que no dañaremos a nuestros hijos con un mal gesto, con indiferencia, con una falta de atención.
Nadie nos puede asegurar, que lo vamos a hacer todos los días bien, ni asegurar que vamos a hacerlo perfecto, pero no es esa la seguridad que necesitamos.
Me recordaba que Dios por eso calla, porque no se trata de obtener la solución mágica como actualmente se nos propone, se trata de que puedas descubrir que Dios puede hacerte de nuevo.
Buscar la confianza de que Él puede rehacer nuestra vida, ayudarnos a volver a empezar.
Si nos ponemos delante de Él en sus sacramentos y nos dejamos transformar, mi ser madre puede rehacerse de nuevo y las posibilidades de mis hijos rehacerse de nuevo a gusto de Dios.
4. SER MADRE ES UNA LABOR TRASCENDENTE
Otra fase del “Soy la peor madre del mundo”, cuando tus hijos llegan y te dicen:
Mamá, ¿tú no trabajas o trabajas menos que papá, verdad?
Mamá, ¿tú no ganas dinero o tú ganas menos que papá, verdad?
Tú que eres mamá (porque papá hace coches), tú solo estás en casa, ¿solo eres mamá?
O cuando vas a la junta escolar y llegas muy temprano porque no tienes nada que hacer o muy tarde.
Porque no te organizaste para el inesperado episodio emocional antes de salir. Parece que efectivamente tú eres la peor madre del mundo.
Todas ellas platican muchas cosas que las hacen parecer muy perfectas y tú no estás haciendo más que invertirte en ver a tus hijos.
“La peor madre del mundo” no puede más que con eso
¿Te das cuenta la trascendencia de lo que haces todos los días?
Efectivamente puedes hacer mucho más y así lo harás, pero hoy reconoce la trascendencia de la labor de ser madre y lo necesitado que está este mundo de que tú seas esa respuesta.
De que tú, con alegría con paciencia con lucha, puedas decir cada día, vale la pena hacer solo esto.
Vale la pena dedicarse solo a nuestros hijos, vale la pena invertirse comprometida y ampliamente con la labor de ser madres de esos hijos que seguirán moviendo al mundo.
Sobre todo en cómo lo harán con éxito con el vacío superficial que a diario se les propone.
O serán buscadores de plenitud, de virtud, con caridad, con transparencia, con esa capacidad de acoger al otro.
Date cuenta de la trascendencia aún cuando incluso en esta misma comunidad espiritual en nuestra misma Iglesia se te pregunte
¿Qué más vas a hacer?, y con tristeza se te frene porque ¿Qué más podrías hacer si eres madre, de pequeños?, ¿de dos o cuatro?
Cuando se te plantee una recesión de tu(s) apostolados o de nuestras evangelizaciones, vamos a dedicarnos a ser madres incluso allí.
Ser madre es un gran apostolado.
Es una gran oportunidad para evangelizar, pues en esta dedicación, forjarás a esos jóvenes con los que más tarde la Iglesia buscará trabajar, a esos profesionistas que aportarán trascendentemente a su comunidad.
Serán los sacerdotes que más tarde guiarán la misma Iglesia.
Esas madres que volverán a iniciar este ciclo, esta labor de ser madre es la labor trascendente que nuestro mundo necesita hoy.
5. SER MADRE ES UNA LLAMADA SEGURA A LA CUAL RESPONDER
Qué importante es descubrir nuestro ser madre como una llamada y más si te ves como “la peor madre del mundo”.
Todos pueden tener muy buenas intenciones, querer animarte, decirte que lo has hecho bien, nuestro esposo nos puede recordar todas las buenas cosas lo que sí hemos hecho bien.
Los demás pueden reconocer que no es fácil, pueden tratar de comprendernos, sin embargo, hay algo que no nos falta y es esa certeza del por qué lo haces, del para qué lo haces.
¿De quién es la garantía y la seguridad en responder a eso tan grande y a la vez también complejo?.
He encontrado la respuesta segura:
Dios nos ha llamado a ejercer, a vivir esta labor de ser madre, Dios nos ha regalado un gran tesoro y conociéndonos ha respondido a nuestras necesidades.
¿Reconoces, que Dios te ha llamado a ser madre? ¿Reconoces que él sostiene tu ser madre aun en los momentos de creer que eres la peor madre del mundo?
Ahora voltea y pregunta ¿por qué estoy haciendo esto?, ¿Dios, para qué lo estoy haciendo?
¿Qué seguridad tengo en hacerlo? a lo que responderá recordándote:
“Podrán moverse las montañas, pero su amor de tu lado no se apartará” Isaías 54, 10
Al final, eso es lo que yo quiero enseñarle a mi hijo, que hay alguien que pase lo que pase, sea como sea, se equivoque o triunfe, sea mucho, sea poco.
En las distintas facetas de su vida estará, la vida tiene una garantía y es un amor perfecto que jamás se apartará de su lado.
No lo estoy haciendo sola, estoy respondiendo a alguien vivo y presente, además tengo la oportunidad responder todos los días a ese que está vivo.
Y me sale al encuentro, me vuelve a llamar y me vuelve a garantizar con su propia vida, la labor que estoy haciendo.
6. SER MADRE ES RECONOCER QUE NOS ACOMPAÑA LA MADRE POR EXELENCIA
Tengo alguien que me puede acompañar paso a paso, incluso puedo encargarle con actos concretos (un rosario) en momentos puntuales, en los que no sé, no veo, no entiendo a estos hijos.
Esa equivocación, esa herida, ese sacrificio, eso que me está costando, eso en lo que la regué.
Puedo llegar a los pies de María y entregárselo, ponérselo en sus manos, reconocerla y recibir un abrazo y una mirada tierna, firme certera que me dice:
“Haz lo que Él te diga” Cfr. Juan 2, 5
No te olvides que en esta labor de ser madre, lo mejor y lo más eficaz es ponerte a los pies de María y preguntarle qué haría en tu lugar.
Porque está aquí total y completamente dispuesta a apoyarte en esta labor tan trascendente.
Reconoce a María sencilla y eficazmente orientando tu labor
Estas 6 cosas que me invitaba a reconocer Dios con mayor fuerza en estos episodios catastróficos que se titulan “Soy la peor madre del mundo”.
Esos momentos en los que no encuentro una respuesta mágica, una solución pronta y conclusiva, descubro que Dios nos quiere enseñar a hacer proceso en nuestro ser madre.
Dios sabe que es una lucha que cada vez se vuelve más fuerte pero me recordaba que como flechas en nuestras manos son los hijos que nos ha regalado.
Lo había entendido como algo muy bonito pero ahora logro entenderlo como una realidad, entenderlo como verdad es una lucha.
A veces parece una guerra educar hijos en Dios, hijos con fe, en el día a día todo nos los dispersa.
Opciones digitales, propuestas sociales, en todo aparece lucha, pero Dios nos dice que nos lo ha dado todo, esos hijos son con lo que podemos luchar por el mundo de hoy.
Son lo que necesitamos para ir a esa lucha de nuestra vida de la labor que nos toca hacer en este mundo.
Colaborar en la labor que libremente harán otras personas después es algo grande, emocionante, necesario y muy seguro, quién a Dios tiene nada le falta.
Oración:
Te pido Espíritu santo que nos ayudes a tener la mirada en Dios que nos ha dado este Don, nos ha confiado este tesoro.
Nos vuelve a hacer cada día, nos llama, nos recuerda la trascendencia de nuestra labor, nos ha dado un ejemplo de ser agradecidas con la elección y capacitación de nuestra vida.
Pido por el estado de salud física y mental de nuestros hijos, por nuestras heridas personales para que nos dejemos sanar y no las transmitimos a nuestros hijos.
Te pido que te podamos reconocer en el día a día, que sepamos mirarnos como tú nos miras.
Mamita María en tus manos está nuestro ser madres y la vida de nuestros hijos.
Regálanos el saber guardar en el corazón aquello que nos permita hacer proceso en nuestra labor de ser madres, madres que Dios sueña regalar a este mundo cada día. Amén.
Autora invitada.
Bea Paez
PSICÓLOGOS CATÓLICOS
Recuerda que, si has intentado hacer algún cambio que te ha costado y no lo has logrado, o estás pasando por algún momento de dificultad o de crisis; existen profesionales (Psicólogos Católicos), que pueden acompañarte en el proceso y ayudarte a trabajar en ello.
Un Psicólogo Católico es un profesional de la Psicología, con un enfoque científico, fundamentado en la antropología cristiana-católica.
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