Son una pseudopsicoterapia cuyo modelo teórico se sustenta en ideas extraídas de otras pseudoterapias y creencias pseudocientíficas.
¿Qué son las Constelaciones Familiares?
Su objetivo es liberar a las personas de sus “tensiones/conflictos” que suelen venir de las “generaciones pasadas y tienen sus raíces en los acontecimientos de la historia de la familia”.
Tales como conflictos bélicos, violencia familiar o doméstica, el fallecimiento prematuro de padres o de hijos, abortos, separaciones o violaciones.
Esto puede manifestarse en en el presente en forma de problemas tales como: depresiones, psicosis, miedos, migrañas, cansancio crónico o problemas en las relaciones.
En resumen, acontecimientos emocionalmente intensos (conflictos no resueltos) de nuestros antepasados familiares son transmitidos generación tras generación.
¿Para qué sirve?
Sus defensores dicen que sirve para tratar casi cualquier cosa, traumas de la infancia, depresión, tristeza y melancolía, superar sucesos trágicos como las pérdidas o duelo, afrontar las enfermedades.
Para problemas de pareja, actual o relaciones del pasado, problemas de fertilidad o adopciones, problemas con los hijos (cualquier tipo), dificultades en las relaciones familiares o en las relaciones sociales.
¿Cómo se constela?
En la página web de la Asociación española de Constelaciones familiares Bert Hellinguer publican su método que intentaré resumir:
Para solucionar los problemas que hemos heredado, se puede hacer de forma grupal o individual.
En la grupal puedes implicarte a 3 niveles: Como cliente exponiendo un asunto personal que quieras solucionar.
Como representante donde te pones al servicio del cliente representando a algún miembro de su familia.
O como participante observas y ayudas con las energías durante el transcurso de la constelación.
A continuación, el constelador, el que dirige la dinámica, hace que la persona exponga su problema, después elige a las personas que representarán a la familia actual o de origen.
Los va colocando y les pide que se muevan o actúen de acuerdo a las energías que perciban mientras están interpretando el papel.
El constelador va orientando (moviendo de sitio) a través de lo que expresan los representantes, ayudándoles con frases sanadoras.
Se suele terminar incluyendo al cliente y pidiéndole que ocupe su lugar para que participe de esa nueva imagen sanadora de la familia.
También se puede constelar de manera individual. Para ello se usan figuras o muñecos, tapetes o papeles para configurar el Sistema Familiar.
El trabajo de percepción de energías lo hacen el cliente y del constelador únicamente.
Las constelaciones familiares no han sido nunca, bajo ningún protocolo experimental serio, contrastadas como una terapia que sea eficaz.
Según su gurú, poseemos “conexiones inconscientes con los destinos de nuestros antepasados” que deben ser revelados para sanar.
Defiende la idea de Rupert Sheldrake de resonancia mórfica para explicar cómo se conecta nuestro destino como el de nuestros antepasados:
Campos de energía con memoria que influyen y nos conectan en el presente con personas, lugares o animales del pasado.
Algo parecido a lo que defienden los practicantes de Reiki.
¿Qué NO son la Constelaciones Familiares?
No es una terapia con evidencia científica. No existe ningún tipo de estudio medianamente riguroso que avale su eficacia.
Las constelaciones familiares no han sido nunca, bajo ningún protocolo experimental serio, contrastadas como una terapia que sea eficaz para nada.
Los resultados positivos que puedan dar son atribuibles a procesos de sugestión y la empatía.
No cuenta con un modelo explicativo de la realidad científico, coherente o medianamente realista.
Su teoría o modelo teórico es un batiburrillo pseudocientífico de fundamentos captados de otras terapias o modelos de dudosa o nula eficacia como:
El Psicoanálisis, la Terapia Primal, el Psicodrama, la Hipnosis, el análisis transacional, la Terapia Gestalt, la Programación Neurolingüística (PNL) y la Terapia Familiar Sistémica (de la que el propio autor considera una derivación).
Está plagada de conceptos pseudocientíficos como el de resonancia mórfica o el misticismo cuántico.
Energías que la ciencia no ha descubierto y que unen a todos los seres humanos entre sí más allá del tiempo o del espacio.
Algo así como la fuerza de la que nos habla Yoda en Star Wars pero ellos la llaman Cosmic Power donde el cliente no tiene ni que hablar.
Todo muy científico y serio con “fórmulas matemáticas” que respaldan el disparate.
No cuenta con un modelo explicativo de la realidad científico, coherente o medianamente realista
No es necesaria una formación especializada para practicarla
Posiblemente una de las razones por la que prolifera tan bien por cualquier parte del mundo.
Cualquiera pueda convertirse en un “facilitador” y no requieren que estas personas tengan una amplia formación o ser psicólogos.
No es una práctica ética. Ningún psicólogo colegiado debe emplear las constelaciones familiares en consulta.
Si hicieran eso, estaría violando el artículo 18 del código deontológico:
“Sin perjuicio de la legítima diversidad de teorías, escuelas y métodos, el/la Psicólogo/a no utilizará medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente.”
No se adaptan a las necesidades actuales. Como buena pseudoterapia que es se ancla a unos preceptos que poco o nada se han evolucionado o modificado desde que su creador las concibió y que perpetúan una visión familiar y social arcaíca y reaccionaria.
En conclusión
Las constelaciones familiares son una forma de pseudopsicoterapia cuyo modelo teórico se sustenta en ideas extraídas de otras pseudoterapias y creencias pseudocientíficas o mágicas.
Defiende una visión muy antigua y conservadora de la familia, un ejercicio profesional muy poco especializado y unas “técnicas” altamente sugestivas sin evidencia científica cuyo efecto no va más allá del placebo pudiendo llegar a ser contraproducentes a sus participantes.
Si usted tiene algún tipo de problema acuda a un profesional, su salud mental o física no son un juego de representaciones teatrales, fuerza cósmica o figuritas de juguete.
Texto original publicado en Catholic.net