Mi testimonio
Si quieres dejar la masturbación, déjame decirte que es un camino largo que solo se logra con la ayuda de Dios y la fortaleza del HOMBRE.
A mí me paso y gracias a Dios lo logre, aquí dejo lo que aprendí, esto es experiencia de vida, es como el oro.
Voy al grano. Yo he padecido este problema y he tenido numerosas caídas.
No voy a detallar más de lo que se debe ni mucho menos contar mi vida entera, porque no procede.
Sí quisiera sacar los que creo que podrían ser los factores comunes a todas esas caídas: la tensión acumulada, la tristeza y la insatisfacción con mi propia vida (en los momentos en los que caí, me refiero), entre otros.
Por supuesto que, de acuerdo al Magisterio de la Iglesia y al Catecismo, la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado, esto es, un pecado mortal.
Con todo, es necesario tener en cuenta la situación particular de cada persona que cae con frecuencia en ello.
Para que su director espiritual pueda orientarle correctamente y pueda emitir un juicio verdadero acerca de la imputabilidad moral de sus caídas (sin justificarlas por ello, ojo).
No obstante, en mi humilde opinión no bastaría con, como sabiamente aconseja la Iglesia Católica, huir de toda ocasión de pecar.
Sino más bien ir a la raíz del problema. Yo creo que el factor común, o al menos uno de ellos, que desemboca en la masturbación es la insatisfacción con la propia vida en general (la cual suele generar mucho estrés y asqueamiento).
Cito algunos posibles motivos (no creo que sean los únicos, ni mucho menos):
– Nuestro trabajo o nuestra carrera universitaria no nos gusta. Mucha gente trabaja (a veces por fuerza mayor, es cierto, pero otras por simple condicionamiento social).
En algo que no les gusta, que incluso les desquicia y además les obliga a pasar muchas horas.
Y no solamente influye el tema salarial (pues también hay quien, ganando mucha plata al mes, aborrece su trabajo).
Sino el hecho de pasar muchas horas haciendo algo que no les entusiasma, aparte de posibles ambientes laborales conflictivos.
– Vivir deprisa y atropelladamente, sin disfrutar de los placeres de la vida más pequeños (como pueden ser salir a pasear, disfrutar de un buen desayuno, leer un libro mientras vamos en el autobús o en el tren, etc).
Éste es uno de los cánceres de este mundo moderno, vamos a todos lados atropelladamente, y eso nos hace acumular ingentes cantidades de tensión día a día.
– No tener tiempo para las actividades que nos ilusionan (esto es, nuestros hobbies).
– No hacer ejercicio físico ni practicar ningún deporte durante mucho tiempo.
El deporte es fundamental para mantenernos en forma, para liberar toxinas y para liberar tensión acumulada.
No pocos sitios web católicos aconsejan hacer deporte para evitar caer en la masturbación.
– No ser diligentes, cuando tenemos ocasión y tiempo para hacer algo que nos ilusione, a la hora de ponernos manos a la obra con ello.
Y, en su lugar, perder el tiempo con “entretenimientos más simplones” (como pueden ser estar horas viendo vídeos en Youtube, lo cual no es malo si se hace con moderación).
Esto es una forma de procrastinación que va desgastando nuestras energías lentamente.
Si sentimos estas ganas de procrastinar cuando vamos a hacer algo que nos gusta en ese rato de tiempo libre, cortar con ello de raíz y ponernos desde el minuto cero a ello (obviamente, sin ir atropelladamente, sino disfrutándolo).
– Pasar demasiado tiempo solos. Si bien es cierto que conviene aprender a estar solo, o mejor dicho, a tener momentos de soledad (y aprovechar esos momentos, bien para tener nuestro rato de Oración con El Señor).
Bien para hacer alguna actividad que nos guste, como escribir una historia, cultivar un huerto o montar una maqueta de un avión, entre otras, la soledad prolongada puede ser muy peligrosa.
El demonio ataca con mayor facilidad cuando estamos solos.
– No dormir bien. La falta de sueño genera irritación e irritabilidad, a veces incluso se vuelve un círculo vicioso en el que la misma falta de sueño nos produce insomnio y eso facilita enormemente las caídas en tentaciones de lujuria. Intentar prevenirlo.
Por ejemplo, evitando cenas copiosas o demasiado ligeras, no haciendo ejercicio pocas horas antes de dormir, no ponerse frente a las pantallas una hora antes de irse a la cama.
En ocasiones puede ser necesario consultar con el médico para que recete unas pastillas para dormir.
– Factores como la depresión o la ansiedad en ocasiones podrían propiciar dichas caídas.
Las personas escrupulosas también podrían tener ocasiones de caída a causa de que sus escrúpulos les ocasionan mucha angustia.
Cito como dato anecdótico que yo soy bastante escrupuloso (y me lo han dicho varias personas, entre ellas distintos sacerdotes con los que me he confesado y/o dirigido) y sé la angustia que producen dichos escrúpulos.
– Por supuesto, no tener una vida de Oración y no frecuentar los Sacramentos, ya que, como dijo Jesús, “Sin Mí no podéis hacer nada”.
Y el demonio nos atacará con mayor facilidad si nuestra vida espiritual y nuestro trato con Dios y con María son más bien tibios o sencillamente no los tenemos.
Todo esto hace que la propia vida de quien cae asiduamente en la masturbación se halle, como me dijo alguien hace no mucho, en números rojos.
Esto es, se acumulan tantas cosas negativas que llega un momento en que eso estalla por algún lado.
Y lo que tiene la masturbación es que es fácilmente accesible, se puede conseguir sin esfuerzo ninguno.
El problema es que, luego de haber caído (con o sin eyaculación), uno se da cuenta de que eso ha sido un placer efímero, corto y carente de sentido (produce una especie de “pico de satisfacción” muy corto que enseguida se esfuma).
Es “pan para ahora mismo y hambre para dentro de un rato”; no solamente eso, sino que se entra en un círculo vicioso en el que cada vez es más difícil dominarse a sí mismo.
Cada vez amarga más la propia existencia (en un intento por buscar una compensación).
Yo me he dado cuenta de que, tras haber caído, solamente la Confesión me ha sacado de esto (y siempre que he podido, comulgar tras haberm e confesado).
No obstante, creo que no bastaría con tratar de llevar una vida de oración y sacramental más frecuente (lo cual, eso sí, yo lo considero fundamental y lo primero, tener una buena Amistad con Cristo y una profunda devoción a María).
Si caes con frecuencia
Habitualmente, quien cae con frecuencia, además de dirigirse con algún sacerdote sabio, podría (y creo que debería):
– Ir a un psicólogo, católico a ser posible, que le oriente y le ayude a hallar las raíces de su problema, así como a poner los medios para evitarlo.
– Buscar su verdadera vocación profesional. Así lo digo.
Que estudie algo que realmente le guste, aunque le digan que “eso no tiene salidas” y que trabaje en algo que también le guste.
Eso sí, tendrá que esforzarse, pero bendito sea el esfuerzo, que genera una satisfacción mayor.
Si con todo no ha conseguido trabajar en lo que más le apasiona, que al menos trabaje en algo que le guste (aunque no sea lo que más le apasiona).
Pues mejor es estar ocupado que ocioso (Satanás tienta más fácilmente a la persona ociosa que a la persona ocupada).
– Hacer algún deporte, ejercicio físico. Buscar algún deporte que nos guste, ya sea para practicarlo en solitario o con otras personas.
– Salir a pasear sin prisa alguna, a ser posible a una zona donde haya mucha naturaleza y poco ruido, disfrutando del paisaje y, de paso, aprovechando para alabar a Dios por la Creación.
Y si es con otra persona (un amigo, un hermano, los padres, el novio, la novia, un sacerdote, etc), pues mejor todavía.
– Buscar esas otras actividades que le gusten y a las que no se dedique en su trabajo o en sus estudios para cultivarlas como hobbies.
Ya sea la pintura, la escritura, la electrónica, algún deporte acuático, cultivar un huerto, etc.
Todo esto, pienso yo, ayudarán a evitar las caídas con mayor facilidad, a la par que construirá a la persona poco a poco.
– Buscar momentos de estar con los amigos, a ser posible una vez por semana. Yo, particularmente, recomiendo tener trato tanto con chicos como con chicas (esto podría aplicar quizás más a los que somos laicos solteros sin consagrar.
Dado que a los laicos consagrados y a los religiosos quizás no les convenga tanto tener trato con personas de su sexo opuesto)
Pero esto ya no me incumbe a mí determinarlo, eso sí, a ser posible en ambientes donde no se ponga la castidad en peligro.
Puedo citar como ejemplos: quedar para echar una partida al billar, ir a tomar unas cervezas, hacer una ruta de senderismo.
Jugar a unos juegos de mesa, hacer alguna fiestecilla sana (sin drogas ni desenfrenos, por favor), visitar algún casco histórico o monumento antiguo, etc.
Menciono lo de, para los chicos, tener ocasión de quedar en un grupo en el que también haya chicas (presuponiendo que todos guardan cierto recato).
Porque el simple hecho de hablar con ellas puede ayudar a quitar imágenes distorsionadas (entre ellas, las feas imágenes lascivas que muchas veces construimos con ellas) que muchas veces los chicos podemos tener de las chicas.
Asimismo, para los chicos escrupulosos, tener un trato sano y natural con las chicas puede ayudar a quitar hierro.
Por supuesto, hay que aprender a mirarlas como es debido y no caer en el extremo de la mojigatería.
(En plan “no voy a mirarla a los ojos no sea que acabe pecando”) ni de la lascivia (mirarla de forma sucia, aun cuando ella esté guardando recato y pudor); hay que buscar una mirada sana y natural y a la vez casta y limpia.
Fue lo que me funcionó
No obstante, aquí quizás he sido genérico, y cuento mi punto de vista, lo que a mí me puede ayudar, a otros tal vez no.
Para ello se puede pedir a Dios que nos conceda una mirada limpia.
– Si es posible, buscar alguna actividad solidaria (colaborar con un comedor social una vez por semana.
Hacer visitas a enfermos y personas mayores en residencias, etc) o parroquial (uno puede incluso aportar sus talentos como las habilidades con la informática, la electrónica, la música, etc).
– Yo recomiendo asimismo buenas lecturas, no solamente espirituales (por supuesto, también la Biblia).
Sino alguna novela sana (obviamente, que no incluya contenidos inmorales ni que puedan poner en peligro la castidad o incluso la propia fe).
O bien, a mí me ayuda a veces estudiar y leer libros de materias de las que disfrutaba en el colegio o en la Universidad (Matemáticas, Física, Teoría de Circuitos, etc).
O incluso ver vídeos didácticos de cualquier tema (geología, geografía, Historia, aeronáutica, automoción, etc).
En resumen: yo personalmente creo que, para poder combatir mejor las tentaciones de lujuria que lleven a la masturbación, no solamente hay que frecuentar la Oración y los Sacramentos.
(Esto es, Amar a Dios sobre todas las cosas). Sino también buscar actividades para compartir con los demás y actividades solidarias y colaborativas (amar al prójimo…), así como un trabajo que nos apasione y otras actividades personales que nos ilusionen (… como a mí mismo).
Esto es mi opinión y espero que pueda ayudar a mucha gente a salir de las cadenas del vicio solitario.
Con todo, la lucha va a estar siempre presente, pero con todas estas armas, y por supuesto siempre contando con la Ayuda de Dios y el Auxilio de María, será más fácil el combate.
Oración
Señor te doy gracias por que siempre sales a nuestro encuentro, es signo indudable de que nos amas, te pido que envíes a tu espíritu santo para que nos de los dones de la templanza y sabiduría para poder vencer el egoísmo, mismo que nos impide amar.
Te ruego por aquellos hombres que están tratando de salir de la masturbación, dales tu luz para que sepan que no importa cuantas veces fallen tu vas a estar siempre para ellos y que eso les anime a retomar el camino después de una caída.
Sana el corazón de aquellos hombres que tienen esa adicción especialmente si tiene que ver con la pornografía, ayúdalos, fortalécelos, guíalos y guárdalos de toda tentación que les impidan vivir en el amor.
Amén.