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T2 E3 De niña introvertida a Doctora de la Iglesia: Santa Teresita

Santa Teresita de Lisieux o Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz. Es la santa que pasó de ser una niña introvertida y tímida, a una joven con determinación, entregada y hasta Doctora de la Iglesia.

Santa Teresita del Niño Jesús.

Nació el 2 de enero de 1873 en Alençon, Francia. Fue la hija más pequeña de los también santos, Louis Martín y Zelié Guerin. Cuya historia, por cierto, te recomiendo y que podrás encontrar en nuestro post-podcast: «Esta familia puede parecerse a la tuya»

Teresita fue una niña alegre y vivaracha, rodeada del amor de sus padres y el de sus 4 hermanas. 

Una familia de fe viva, profunda y llena de caridad. Todo parecía marchar perfecto hasta que Zelié murió de cáncer cuando Teresita tenía apenas 4 años y medio. 

Enseguida, la niña eligió a su hermana mayor, Paulina, como su segunda madre. Pero la herida profunda de la pérdida, provocó que dejara de ser la niña alegre y extrovertida que era. 

Se mudaron a Lisieux, donde ingresó al colegio de las Benedictinas, fue muy buena alumna, pero tímida, insegura, y sufría con los contratiempos de la vida escolar.

Enfermedad.

Apenas 5 años después, su hermana Paulina decidió entrar como religiosa al Carmelo de Lisieux, su separación del hogar reabrió la herida emocional de Teresita, quien cayó gravemente enferma, no quería comer y tenía alucinaciones. 

La medicina no podía hacer nada, así que sus familiares y las religiosas del Carmelo solían rezar por ella.

Hasta que el 13 de mayo de 1883, mientras sus hermanas María, Leonie y Celia, oraban de rodillas a los pies de su cama, una imagen de la Virgen María le sonrió a Teresita y fue curada de inmediato.

El año siguiente celebró entusiasmada su primera Comunión, que para ella fue una «fusión» de amor con Jesús, desde entonces, ya pensaba en ser carmelita.

Pero pronto, su tercera madre, su hermana María, decidió también entrar al convento, lo cual representó para Teresita una nueva pérdida que la desestabilizó, estaba hipersensible y lloraba en exceso. 

Hasta cierta noche de navidad del año 1886, en la que, al volver de la misa de Gallo, recibió la gracia del Niñito Jesús en su corazón. 

“La obra que yo no había podido realizar en diez años Jesús la consumó en un instante… Sentí necesidad de olvidarme de mí misma para dar gusto a los demás, ¡y desde entonces fui feliz!”

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La gran lección.

Fue no crear dependencia, desapegarse de todo lo que no fuera Dios, comenzando con renunciar a sí misma, e incluso a las personas que amaba.

Es natural sentir tristeza ante una pérdida, pero ésta no debe llevarnos a la desesperación e infelicidad, Dios es capaz de llenar cualquier vacío si se lo permites.

En 1887, al oír hablar de un hombre que había asesinado a tres mujeres en París, Teresita comenzó a rezar y sacrificarse por él, queriendo arrancarlo del infierno. 

Henri Pranzini había sido condenado a la guillotina, y justo antes de morir, besó el crucifijo. En ese momento Teresita lloró de alegría: su oración había sido escuchada y lo llamó su “primer hijo”.

Vocación.

Decidida a luchar por su vocación, durante una peregrinación a Italia, pidió amablemente al papa León XIII que le permitiese entrar al Carmelo a los 15 años de edad, a lo que él únicamente le respondió “Entrarás si Dios lo quiere”.

Tras meses de incertidumbre, ingresó en el Carmelo el 09 de abril de 1888.
Teresita, apasionada adolescente, cuando era postulante, escribió a su padre: «Labraré tu gloria haciéndome una gran santa». 

Pero, muy pronto, comprobó su debilidad y su impotencia

cuando se comparaba con los santos, le parecían una montaña mientras ella no era más que un granito de arena. 

¿Te suena familiar? Seguro que tú te has sentido exactamente igual cuando escuchas la vida de los santos, veamos entonces ¿cuál fue su secreto?

Sin desanimarse, a través de la palabra de Dios encontró las respuestas, «Si alguno es pequeño que venga a Mí» (Proverbios 9,4).

Comprendió que no podría subir sola la escalera de la perfección, así que comenzó a hacer el siguiente acto de ofrenda: «Quiero ser santa, pero siento mi impotencia y te pido, Dios mío, que seas Tú mismo mi santidad». 

Y se abandonaba en Jesucristo como una humilde niña lo haría en brazos de su Padre.

Dejar que Dios actúe no implica dejar de esforzarse

Teresita hacía todo lo posible para mostrar, cada día y cada minuto, su amor a Dios y a sus hermanas, entregándose en totalidad. 

Entre más unida estaba a Jesús, más amor sentía por el prójimo. «Amar a Jesús y hacerlo amar debe de ser, cada vez más, la meta de mi vida.»

¡Hermoso! Esta humilde jovencita ha abierto ante nosotros un camino de santidad bastante accesible, para todos los que nos sentimos pequeños:

  1. aceptar la realidad de nuestras debilidades y
  2. ofrecernos a Dios tal como somos, para que Él intervenga en nosotros.

«Después de mi muerte haré caer una lluvia de rosas»

«Voy a pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra»

Sintió una gran alegría cuando

Le ofrecieron dos hermanos espirituales

para que les apoyara en su ministerio, un seminarista y un sacerdote misionero.

oró por ellos y les escribió cartas que les fueron de gran utilidad en su vida y durante sus misiones. «He venido para salvar almas, pero, sobre todo para orar por los sacerdotes”

En su tiempo, algunas almas escogidas se ofrecían como

Víctima a la Justicia divina

La «débil e imperfecta Teresa» se ofrece al Amor Misericordioso un 09 de junio, en la misa de la Santísima Trinidad. 

Fue así, que teniendo 23 años de edad, enfermó de tuberculosis y su cuerpo se fue debilitando. 

 Su deseo de ser misionera se fue intensificando hasta en su lecho de agonía: «Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra».

Después de un año de sufrimiento, se le abrieron las puertas del cielo el 30 de septiembre de 1897, con tan solo 24 años.

Empleó sus últimas fuerzas enseñando su “camino de infancia espiritual” a las cinco novicias que tenía a su cargo y a sus hermanos espirituales.

Del mismo modo, por obediencia a su superiora, continuó hasta el agotamiento redactando sus recuerdos, a partir de los cuales, un año después de su muerte, se publicó el libro “Historia de un Alma”.

Y tú, ¿Qué esperas para leerlo?

Teresita del niño Jesús Lisieux

Canonización:

Fue canonizada en 1925 por Pío XI, este mismo Papa la proclamó, junto con san Francisco Javier, patrona universal de las misiones, pese a que durante su vida religiosa jamás salió de su convento.

Juan Pablo II, la declaró Doctora de la Iglesia y la propuso también como patrona de los jóvenes.

Oración:

Querida Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz.

Tú que descubriste el más humilde camino a la santidad, y te abandonaste en los brazos amorosos de Jesús, te pedimos que intercedas por todos los jóvenes que están leyendo o escuchando este post.

Para que sepamos sobrellevar cada pérdida terrenal con madurez espiritual y la podamos ofrecer a Dios para que la transforme en entrega, servicio y amor hacia los demás. Amén.

Si quieres aprender más sobre santa Teresita, da click en el link: Santa Teresita del Niño Jesús

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